¿Con qué cara se le apareció la Madre de Dios al mercader Pere Nolasco en la noche del 1 al 2 de agosto de 1218? El arzobispo de Barcelona Joan Josep Omella escribe: “Y en esta iglesia situada en el mismo emplazamiento que ocupa la actual basílica de la Madre de Dios de la Mercè, le colocaron una bella imagen, su cara recuerda mucho a la de las mujeres barcelonesas que ayudaban en los trabajos de redención y recuperación de cautivos que realizaban los mercedarios. ¿Es que la virgen que según la tradición se le apareció a Pere Nolasco no tenía rostro y que el escultor tuvo que tomar prestado de las mujeres que colaboraban con los mercedarios?
La imagen de la Madre de Dios es una talla del siglo XIV atribuida al escultor Pere Moragues. Refiriéndose a la imagen el arzobispo de Barcelona escribe: “Este año es noticia porque en los últimos meses ha sido cuidadosamente restaurada. Ahora ya vuelve a ocupar su camarín en la basílica de la Mercè y ya tenemos el gozo de poder volver a visitarla, de confiarle nuestras angustias y necesidades. Ella como madre nos mira y nos acoge con su amor inmenso”. “La renovada imagen de santa María bajo la advocación de la Mercè”, dice el arzobispo, “nos invita a renovar también nuestra devoción a la Madre de Dios que lleva título tan expresivo y tan vinculado a la historia de nuestra ciudad. Deseo que la renovada imagen de nuestra patrona sea una oportunidad para animarnos a hacerle una visita espiritual”.
El arzobispo sigue escribiendo: “María nos hace siempre el gran don, la Mercè (merced) de llevarnos a Cristo y dirigirnos hacia Él. María siempre nos ayuda a poner nuestra confianza en su Hijo. En la boda de Caná, ella dijo a los servidores de aquella comida y sigue diciéndonos a cada uno de nosotros. “Haced lo que Jesús os diga”. Con razón se ha dicho que estas palabras son como el testamento de María. Renovar nuestra devoción a santa María nos hará más buenos hermanos y estar más atentos con los que sufren”.
El arzobispo de Barcelona es más mariano que cristiano. Debido a ello enaltece la imagen de Pere Moragues. Es bien sabido que para justificar la idolatría los doctores de la Santa Madre Iglesia lo hacen con el sofisma de decir que no se adora la imagen sino aquello que representa. Esta postura es una contumaz oposición a la enseñanza bíblica que queda permanentemente reflejada en los Diez Mandamientos: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso, que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20: 4-6).
En la creación el hombre llevaba la imagen de Dios invisible en su interior que lo diferenciaba de las bestias irracionales. Con el pecado de Adán la imagen divina de la que era portador se rompió en mil pedazos. A pesar de ello un vestigio de la imagen invisible de Dios permaneció en él lo cual impidió que el ser humano degenerase hasta convertirse en bestia irracional. Se ha convertido en un necio pensante que niega la existencia de Dios. De Dios no quiere oír hablar. Lo poco que le queda de la imagen de Dios invisible le impulsa a buscarle por caminos equivocados, convirtiendo la imagen invisible de Dios “en semejanza de imagen de hombre corruptible” (Romanos 1: 23) a la que adora.
“Las doctrinas son el cimiento de la Escritura, ni unidas con la pega de la Escritura, por más creíbles y agradables que sean no tienen ningún valor, no sirven para nada a los hombres. Aquellas esperanzas de paz y de felicidad que no son garantizadas por la Palabra de Dios no hacen sino engañar a los hombres como una pared ciertamente bien rebozada pero levantada sin cimiento” (Mattew Henry). “Las masas siempre han sentido una predilección por la idolatría, sobre todo cuando sabe presentarse con fastuosidad y música que apelan a los sentidos, crean una atmosfera especial y recibiendo el soporte oficial” (José Grau).
Ferran Requejo, pensando quizás en las sutilezas satánicas, escribe: “Parece claro que el cerebro humano esté inclinado a aceptar como real ideas religiosas que él mismo se crea”.
El arzobispo de Barcelona finaliza su escrito: Renovemos la devoción a la patrona de Barcelona con esta exhortación: “Renovar nuestra devoción a santa María nos hará más buenos hermanos y estar más atentos en quienes sufren”. Antepone María a Cristo misericordioso que motiva a hacer el bien en quienes creen en Él.
Dos apóstoles tienen algo que decir respecto a la idolatría: “¿Qué digo, pues? ¿Qué el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios, y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios” (apóstol Pablo en 1 Corintios 10: 19, 20). El otro apóstol es Juan que en Apocalipsis 9: 20, 21, escribe: “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar”.
El apóstol Juan finalizando su Apocalipsis, escribe: “Y si alguien quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del Libro de la Vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (22. 19). Dios habla, no el hombre.
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