Al pasar Cerro Muriano, dejando atrás el pantano, aparece, una sierra muy hermosa cerca de Villaviciosa, ¡que florece!
Siguiendo el viaje con ley, a Villanueva del Rey, con paciencia, encuentras en lontananza a Espiel, pueblo de esperanza, ¡y sapiencia!
Tras las curvas espeleñas, dejando por fin las breñas, surge ahora, un valle bien definido entre sierras escondido ¡que enamora!
De ese valle portentoso, con perfil esplendoroso, como el oro, emerge firme el castillo de Belmez, pueblo sencillo, ¡un tesoro!
Después el peñón hermano, con Peñarroya a su mano, con cariño, lanza rojas pinceladas sobre sus casas pintadas, ¡de armiño!
Más allá de la llanura, recuerda con galanura, su pasado, el gran pueblo melariense sin que en su futuro piense, ¡preocupado!
Durante todo el viaje, puedes ver entre el follaje, algo tan grato, como el agua discurrir hacia el rio Guadalquivir, ¡el Guadiato!
Y de ese valle soberbio, puede extraerse un proverbio, que te enseñe, a comprender que lo bello nos es otra que aquello, ¡que se sueñe!
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