Este año, mi Navidad llega cargada de muchas cosas buenas; un trabajo que me encanta, nuevos proyectos, nuevos estudios, y salud, pero, a pesar de esto, ya sabéis; odio la Navidad. Para los que me siguen en redes sociales, les parecerá extraño que diga esto, ya que, si hay que disfrazarse de Elfa, soy la primera, si hay que hacer un tik tok navideño, soy la primera, y si toca irse de cervecitas y fiesta, me apunto, pero... sigo odiando la Navidad, me parece una época triste, fechas no aptas para los que han perdido a alguien o no pueden estar con sus seres queridos. Me parecen fechas llenas de hipocresía y consumismo desbordado para los que pueden, porque no todo el mundo puede.
Hay niños que no entenderán por qué Santa Claus los ha dejado sin regalos, a pesar de haberse portado bien, habrá familias que no puedan preparar una gran cena este año y habrá gente que la tenga que pasar en hospitales.
Por otro lado, son fechas en las que se debe ser mejor y no entiendo el por qué, pero bueno, como siempre he dicho, esta vida es marketing, y si podemos hacer que de ese consumismo y materialismo se desvíe algo a los más necesitados, pues bienvenido sea el sentimiento de culpa.
Así que, pongamos filtro a la Navidad, sí, de esos que me pongo en ocasiones para hacerme una foto y salir estupenda y maquillada, de esos que dicen que no muestran la realidad. Porque tengo que deciros, que la realidad puede ser variada dependiendo de lo que cada uno entienda por realidad. Cada persona posee una especie distinta de realidad, lo que ocurre, es que todos queremos imponer lo que pensamos que es nuestra realidad.
Hay mucha gente que cuelga en redes sociales una Navidad que parece real, pero cuando la cámara se apaga, las luces dejan de brillar y los filtros se quitan, tal vez nos demos cuenta que la realidad que nosotros creíamos que estaba viviendo esa persona, no es real. Pero este es nuestro mundo, un mundo de filtros en el que nuestra opinión real sobre algunos temas, no puede ser dicha si antes no pasa por un filtro, una realidad maquillada, una Navidad de cuento que pocos realmente disfrutan.
Ahora mismo no recuerdo que filosofo dijo que él era su propio Dios, pero lo entiendo, a pesar de haber sido en su época muy criticado. Todos tenemos un mundo interior regido por nuestra mente, que es más fácil que otros lo gobiernen, es más fácil dejarnos llevar por unas normas que nos indican como debemos actuar o sentirnos, lo que debemos hacer para que no se note que piensas diferente, y sobre todo, como debemos conducirnos en nuestras decisiones. Eso sucede en Navidad con nuestro cuerpo y mente, somos Dioses de nosotros mismos, sabemos lo que sentimos, lo que pensamos y lo que deseamos, pero también sabemos que debemos ponernos el filtro antes de salir de casa y dejar de pensar distinto, sabemos que no podemos omitir ese ¡Feliz Navidad! Porque si no, tendríamos que dar explicaciones.
Así que, Feliz Navidad filtrada.
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