Soy uno de tantos millones de españoles que la noche del día 24, esperaba con impaciencia y no sin ciertas reservas, las palabras de S.M el Rey. Palabras que tradicionalmente y siguiendo una costumbre cristiana, preceden a la cena de Navidad.
Confieso que esa reserva inicial se fue disipando en la medida que avanzaba el bien estructurado discurso, pronunciado con una perfecta dicción y con una seriedad y solemnidad acorde con los difíciles momentos por los que atraviesa España.
Después de las obligadas referencias a los perniciosos y trágicos efectos de la pandemia y de la guerra de Ucrania, sus alusiones al enrarecido clima social y político que vive la sociedad española en estos últimos tiempos fueron muy directas y con escaso margen de interpretación:
“…debemos tener confianza en nosotros mismos, como Nación. La transformación y modernización de España de las últimas cuatro décadas, gracias al éxito de nuestra transición a la democracia y la aprobación de nuestra Constitución, avala esa confianza”. Felipe VI cree y así lo expresa, frente a quienes opinan y actúan en contrario, que la transición y la Constitución han sido y siguen siendo los pilares de nuestro desarrollo y democracia. “Un país o una sociedad dividida o enfrentada no avanza, no progresa ni resuelve bien sus problemas, no genera confianza. La división hace más frágiles a las democracias: la unión, todo lo contrario, las fortalece.” Al Rey, como a la mayoría de los españoles le preocupa el clima de crispación y enfrentamiento permanente que hoy se respira y se vive entre los partidos y lideres políticos. Su reflexión y llamada pública de atención exige un ejercicio de responsabilidad y sentido común de quienes ostentan la representación y la gobernabilidad de los ciudadanos. La actual división nos retrotrae a períodos no deseados de nuestra trágica y reciente historia.
“Una convivencia que requiere en nuestra vida colectiva el reconocimiento en plenitud de nuestras libertades, junto al respeto y consideración de las personas, a sus convicciones y a su dignidad. Que necesita guiarse por la razón; que demanda anteponer la voluntad de integrar frente al deseo de excluir”: Libertades, personas, convicciones, dignidad, razón, integración…, en pocas palabras Felipe VI ha sabido expresar sin ambages, los derechos de los ciudadanos que hoy están siendo discutidos y debilitados y que afectan a nuestros modelo constitucional. Resultaría incomprensible y muy preocupante que algunos de los actuales líderes políticos no se sintieran concernidos por esta seria llamada de atención del Jefe del Estado.
“En esta tarea, necesitamos fortalecer nuestras Instituciones… Instituciones que respondan al interés general y ejerciten sus funciones con colaboración leal , con respeto a la Constitución y a las leyes, y sean un ejemplo de integridad y rectitud”No creo que haya que ir mucho más allá de estas palabras claras, concisas y concretas para comprender su sentido y destinatarios.
Solo me permitiría decirle a S.M que en consonancia con estas fiestas navideñas que estamos celebrando, y que son tiempo de paz y de alegría, una breve referencia a la Navidad, hubiera alumbrado aún más la estrella de la esperanza que su acertado discurso ha despertado entre todos los españoles. Gracias, Señor.
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