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​Suicidios de adolescentes

Es una pandemia contra la que existe vacuna cien por cien eficaz
Octavi Pereña
sábado, 7 de enero de 2023, 10:57 h (CET)

Una editorial de La Vanguardia titulada: “Tendencias suicidas entre la juventud”, dice: “El suicidio es la primera causa de muerte no natural entre los jóvenes españoles y catalanes… La pandemia de la covid ha acelerado las autolesiones y los intentos de suicidio, fundamentalmente entre las niñas, porque el estrés provocado por los cambios en su entorno, según los expertos, ha descompensado el equilibrio mental entre los jóvenes más vulnerables. Durante el confinamiento por la covid, curiosamente bajaron los intentos de suicidio y los suicidios consumados, pero ha sido durante el retorno a la normalidad que el número de casos ha crecido más”.


La periodista Ima Sanchís en la entrevista que le hace a Robert Neuburger, siquiatra y sicoanalista, le dice: “A veces llegamos a la edad adulta con el sentimiento de desarraigo” El siquiatra le responde. “Esta es la definición de depresión, aquella sensación de no existir porque hemos perdido relaciones importantes o una pertenencia, por ejemplo, se dan muchos suicidios entre adolescentes porque los han echado del grupo de amigos y se hunden en la desesperación…Y la pérdida de este sentimiento (de existir), no estar de acuerdo en cómo se desarrolla nuestra vida, la hemos convertido en una enfermedad, y no lo es, es una cosa normal. El sentimiento de desesperación que consiste en dejar de percibir un futuro, un objetivo en nuestra existencia. Es la esencia de lo humano, todos tendemos a estas emociones de no existir y si lo convertimos en una enfermedad entramos en aquella idea de “la píldora de la felicidad”, pero no existe. Cuando se pierde el sentimiento de existencia, llegan dos sentimientos: La desesperación y la ira. En realidad la depresión es una rabia impotente”.


El sentimiento de desarraigo con el que la periodista se dirige al siquiatra es la causa que Neuburger exponga estas palabras tan sensatas refiriéndose a los problemas mentales tan acentuados hoy y que señalan la causa de que los suicidios infantiles y adolescentes se disparen. No obstante, conviene matizar las conclusiones a las que llega el siquiatra.


Neuburger considera depresión “aquella sensación de no existir porque hemos perdido relaciones importantes”. En esta situación se encuentran aquellos chicos y chicas que debido a los asedios a que los someten sus compañeros condenándolos al ostracismo que les hace sentir “emociones de no existir” que no son enfermedades biológicas  que les haga pensar en la “píldora de la felicidad” para  combatirlas. Esta lucha termina con la sedación adictiva de los afectados. La pastilla milagrosa no elimina la “emoción de no existir” por lo que no elimina los sentimientos suicidas porque sus efectos no llegan al corazón que es dónde nacen los sentimientos perniciosos.


La soledad que genera el ostracismo que provoca el asedio que motiva el desacuerdo con el que es distinto se puede prevenir con la presencia del Padre de nuestro Señor Jesucristo en el corazón de los asediados: “Dios hace habitar a los solitarios en un hogar” (Salmo 68: 6). Por la presencia del Espíritu Santo en el creyente en Cristo “vosotros sois santuario del Dios viviente, tal como dijo Dios: Habitaré en ellos, y entre ellos caminaré, y yo seré su Dios, y ellos me serán pueblo…Y yo os seré Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso” (2 Corintios 6: 16-18).


La enseñanza religiosa que básicamente consiste en ceremonial y en no hagas  esto o aquello no sirve para hacer desaparecer la soledad existencial que en palabras del siquiatra son las “emociones de no existir”. La fe en Cristo y la presencia del Espíritu Santo en el alma hace desaparecer la soledad existencial al ser el creyente en Cristo portador de Dios. La soledad física más extrema que se la quiere combatir con programas, la recompensa con creces la presencia del Padre de nuestro Señor Jesucristo.


“El ser humano siempre se encuentra al borde del abismo”, dice el siquiatra. Las dificultades más o menos extremas siempre se encuentran agazapadas para saltar inesperadamente sobre la presa elegida y provocarle el máximo daño posible. Ello no debe hundirnos necesariamente en el desespero. “Es la esencia de lo humano”, dice el siquiatra. No estar de acuerdo como se desarrolla nuestra existencia no tiene por qué llevarnos a la irritación, al desespero y al victimismo. Si se cae en la tentación y para librarse de ella se despiertan los sentimientos suicidas que en algunos casos se convierten en suicidios consumados.


Niños y adolescentes que os sentís agobiados por los asedios a que os someten vuestros compañeros porque no les gusta como sois. No os dejéis llevar por el desespero que conduce a las “emociones de no existir”. El “sentimiento de desarraigo” que la periodista plantea al siquiatra  no forzosamente tiene que prevalecer, ni en el niño, ni en el adolescente, ni tan siquiera en el adulto.


Cuando Jesús termina el parlamento que se conoce como “Sermón de la Montaña”, como si fuera la guinda que adorna el pastel, se dirige a la multitud que le escuchaba embelesada narrándoles la metáfora de los dos fundamentos: “Cualquiera que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7: 24). La Roca es Jesús (1  Corintios 10: 4). La metáfora continua: “Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa, y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (v. 25). Los ríos desbordados, los vientos huracanados, significan los efectos del desarraigo, la falta de relaciones importantes, de pertenencia, no estar  de acuerdo como se desarrolla la existencia, todo aquello que incita al suicidio…Todas estas cosas contribuyen a que la casa que no se ha edificado sobre la Roca que es Cristo se hunda (vv. 26, 27). Los creyentes en Cristo no pueden impedir que los ríos desbordados y los vientos huracanados les golpeen fuertemente, pero la casa no se derrumba porque esta cimentada sobre la Roca. En medio de las torrentadas y las ventiscas “siguen gozosos su camino” (Hechos 8: 27).

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