Gracias a televisión,
se sabe lo que acontece, en Mijas, cuando amanece, el día de San Antón.
Resulta, que, al noble santo, allí le han adjudicado, ser jefe de un negociado, que le exige un gran quebranto.
Se trata, ¡vaya un oprobio!, de otorgar, no sin dolores, unos supuestos favores, a jovencitas sin novio.
Las mijeñas, nada esclavas, en lugar del testimonio que ofrecen a San Antonio, con San Antón son más bravas.
Ya que, en lugar de rezarle, para conseguir su ayuda, lo hacen de forma tan ruda, que hasta pueden destrozarle.
Con chinas de piedra dura, algunas de gran tamaño, dan al buen santo un gran baño, de impactos en su escultura.
La que así logra sus fines, es porque consigue, al fin, darle con el adoquín, en los mismos cataplines.
Menos mal que San Antón, está esculpido en madera, ¿qué sería de otra manera, después de tal aluvión?
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