Los “segmentoplatenses”, aquellos que somos más antiguos que las orillas de los ríos, reconocemos a dos “Revillas” como personajes que se identifican tal solo por sus apellidos. El primero de ellos se trata de Emiliano Revilla un fabricante de embutidos soriano que fue secuestrado por la ETA en Febrero de 1988, en plena efervescencia del fenómeno etarra. Tras permanecer 249 días en un zulo con ciertas comodidades fue liberado el 30 de octubre de 1988. El otro Revilla, el protagonista de este “segmento”, es Miguel Ángel Revilla, un político natural de Polaciones (Cantabria), que es presidente de la Comunidad de Cantabria desde hace 20 años así como un excelente tertuliano de diversas cadenas de radio y televisión. Sin llegar a ser un “telepredicador”, Revilla aprovecha sus constantes presencias ante los medios, para reivindicar su comunidad (cosa que ejecuta a la perfección), así como para pontificar sobre los temas económicos y sociales locales, regionales, nacionales y mundiales basándose en la enumeración de los problemas, pero que, raramente, aporta soluciones. Tira la piedra y esconde la mano. Anuncia soluciones para todo, pero no se mete a fondo en su desarrollo. Personalmente a mí me convence más cuando presenta su aspecto humano. Defiende los productos de su tierra, la gente sencilla, sus paisanos de la montaña y en estos últimos tiempos sobre todo a su familia. Ahí si que me convence. No le importa cantar públicamente en medio de un plató (bastante regular, por cierto) en honor de su esposa que padece ciertos problemas de salud, así como enjugarse unas lágrimas de cariño al abrazarla. Ahí no se buscan votos. Se descubre a una persona enternecida por el paso de los años y los avatares de la vida. Revilla. Ochenta años recién cumplidos. Es, para mí entender, un genuino ejemplo de miembro del “segmento de plata” junto al alcalde malacitano, nuestro Paco de la Torre. Ambosson el vivo testimonio de los excelentes resultados de la conexión saber-experiencia. Cuando yo sea mayor (es decir, pasado mañana) me quiero parecer a ellos.
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