Vitruvio empleaba el término euritmia para designar un encadenamiento feliz de proporciones, una simetría o conmodulación que produce un efecto no solamente armónico, sino también sinfónico y orgánico. En la escultura de Marc Sparfel se desarrollan estos mismos procesos dinámicos del movimiento, el crecimiento y el cambio; pues son diseños que gravitan entre el rigor geométrico y la expansión propia de los árboles, entre la madera y el aire, entre las formas y el espacio vacío. Cada escultura es un ente definido, pero estos entes no terminan en ellos, sino que están en perpetua comunicación con un vacío al que sus formas, en un movimiento envolvente, quieren apresar y, en cierto modo, definir.
Su proceso creador se inicia con el choque de dos cuerpos insignificantes, simples retales de madera, que juntos crecen ilimitadamente en un ejercicio de tensiones, pliegues y experimentaciones. Una línea de trabajo que parece descender de la tradición de la escultura no monolítica surgida del collage cubista, cuya originalidad radica en negar peso, rebajando y elevando aquello que no tiene valor. Así, frente a la geometría radical de los grandes hitos del XX, su trabajo va a reclamar una humanización cuyos referentes proceden de lo bajo, de lo sobrante. Un arte distraído, jamás exento de una poderosa emoción y con un sentido arquitectónico que nos recuerda a la gran catedral Merzebau realiza por el artista alemán Kurt Schwitters.
Ninguna de sus obras responde a más coordenadas que las propias de la composición y, sin embargo, parecen estar íntimamente ligadas a cierta idea de naturaleza. La escultura Sparfel se convierte en un vector del espacio que requiere ser leído con el cuerpo, un símbolo paradigmático de la existencia humana, una síntesis equilibrada entre lo real — a través de su materia y la relación de esta con el artista y el espacio — y lo ideal — en su formulación según las convenciones abstractas—.
A lo largo de su carrera ha ejecutado esculturas colosales y esculturas pequeñas, dejando de manifiesto su dominio de la escala, pero también formas abiertas que delimitan un espacio ausente y formas cerradas sobre sí mismas en las que el espacio interior solo se insinúa. Su investigación es sobre el espacio real, sobre cómo un objeto interviene su entorno y como las medidas de todo son necesarias para establecer relaciones. Ninguna de sus facciones llega a adquirir valor autónomo, pues cada uno de los detalles que define el contorno de sus piezas está pensado en función del conjunto, señalando el espacio, significándolo.
Sparfel defiende un discurso inconfundible sin ocultar el aprendizaje de la tradición formalista, aunque no se ha dejado influir por la pretendida «neutralidad» de la geometría, a veces tan opresora y jerárquica. Permite que sus creaciones transiten por un camino donde la intuición, el oficio, el pensamiento y el rigor se complementan con exquisita naturalidad. Así, lo geométrico empieza a temblar, a incorporar las heridas y, por tanto, a romper con la semántica de la abstracción normativa, abriendo su vocabulario hacia sutiles parámetros de espontaneidad, azar y evocación. Para él, improvisar es responder a un momento que demanda un gran sentido estructural de la belleza. Y crear, significa, dominar un campo puro en el que cristalizan ideas, universales e hipótesis que, necesariamente, se convertirán en un acto estético.
Comisario: Óscar de la Iglesia. Fechas: 9 febrero – 18 marzo. Inauguración: 9 de febrero de 19h a 21h. Lugar: Galería ON Art Space. Calle Santa María 37, Madrid.
Óscar Manrique Ares | Comisario independiente, crítico e historiador de arte.
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