Con la caída del bloque de naipes de los últimos estados de la URRS, observamos como el imperante capitalista ha desarrollado su dimensión más universalista, integradora y globalizadora.
Empezamos a mover nuestra existencia alrededor de la hegemonía del capital total, nuestra cultura general se mueve alrededor del negocio, la cultura literaria, musical, los nacimientos, la muerte, etc. Todo gira alrededor del beneficio económico, lo cual entra inevitablemente en conflicto con el equilibrio medioambiental y con los intereses y derechos de los trabajadores, ya que el balance principal del capitalismo son los interés económicos, por encima de todos los demás intereses, ya sea de tipo social, cultural, racial o demográfico, lo que supone también una acumulación de poder en pocas manos, y donde según informes de la ONU de 2022 , vemos como las 225 personas más ricas del mundo poseen tanto como el 47 % de la humanidad, y el 20% de la población controla el 86% de la riqueza mundial.
Hecho que constata El Principio de Pareto, la regla del 80/20. El principio establece que el 20% de la lo que entra o se invierte es responsable del 80% de los resultados obtenidos. Dicho de otra manera, el 80% de las consecuencias se derivan de 20% de las causas, siguen vigentes en la actualidad. Lo que demuestra claramente que la concentración de poder y de recursos genera a su vez más y mejores oportunidades de negocio para los que ya de por si gozan de una buena posición, desencadenando así un círculo vicioso que tiende a ensanchar progresivamente las diferencias de renta disponible entre ricos y pobres.
Por lo que vemos que el crecimiento económico es un parámetro claramente inadecuado para medir el progreso social de los países. Un crecimiento económico puede basarse en un endeudamiento latente desbordado, en actividades económicas dañinas, violentas o insalubres, puede tener un sustrato de fuerte explotación laboral implícito o simplemente una distribución totalmente desequilibrada en las raíces de la sociedad sin que por ello deje de ser “crecimiento económico”, y con todo ello empobrecer una sociedad a su complejo.
Por lo que podríamos decir que la puesta en práctica de la ideología capitalista globalizada, entra claramente en conflicto con la soberanía popular, la democracia real, la sostenibilidad ecológica y los derechos mínimos del ser humano (alimentación, sanidad, educación, vivienda y trabajo) de un país, por lo que lo podríamos analizar como otra causa estructural muy importante en este tiempo de constante cambio de los seres humanos.
Puede ser que sea este tiempo que formamos ahora de interrelación e intercomunicación, los medios de comunicación, los transportes, la mercantilización, un mundo que forma una aldea global, el universalismo y la globalización haya convertido el mundo en una gran “plaza mayor” donde se intercambian productos, tecnología, corren grandes capitales monetarios, y se mueven poblaciones de todas etnias y culturas y clases sociales al igual que coexistimos con una gran crisis industrial (reconversión industrial) que convierte a gran cantidad de gente en excedentes dentro de su propia sistema.
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