Viajaba en un viejo tren, un desenvuelto muchacho, leyendo un libro de ciencias que tenía entre sus manos. Al lado del jovencito, viajaba un señor anciano, que entre sus manos leía la Biblia muy relajado. A las claras se veía, al mayor, entusiasmado, disfrutando el evangelio que en su día escribió San Marcos. El joven al darse cuenta, de lo que leía el anciano, le criticó con dureza y le llamó trasnochado. Le dijo que eso eran “cuentos”, que hace más de cien años, la Revolución francesa ya los había rechazado. Y le parecía imposible, que un señor tan bien plantado, se creyese que en seis días Dios, al mundo, había creado.
Le invitó a que se enterase, cuanto antes, sin descanso, de la verdadera historia y a que no fuera un pazguato. Como el joven se apeaba, con carácter inmediato, pidió al mayor que le diera sus señas, para ilustrarlo. Se comprometió a enviarle, con la intención de informarlo, todo lo que había de nuevo para, del error, sacarlo. El anciano venerable, comprensivo y educado, le entregaba su tarjeta con un gesto solidario. Cuando el joven estudiante, la tuvo sobre su mano, quiso que la misma tierra allí lo hubiera tragado. La tarjeta que entregó, al azarado muchacho, para debida constancia, la reseño más abajo.
Profesor Doctor Louis Pasteur Director General del Instituto de Investigaciones Científicas Universidad Nacional de Francia 'Un poco de Ciencia nos aparta de Dios. Mucha, nos aproxima'.
Dr. Louis Pasteur (1822-1895)
(Hecho verdadero ocurrido en 1892. Esto es parte de una biografía)
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