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Había una vez un pescador que vivía en una pequeña aldea junto al mar. Cada día salía con su barca al amanecer y regresaba al caer la tarde, con la pesca justa para alimentar a su familia. Nunca buscaba más de lo necesario y, aunque su vida parecía modesta a los ojos de los demás, él siempre estaba en paz.
Ambiciones, ansias de poder, luchas, envidias, rencores, prepotencias, abusos del desvalido y otras tantas perversiones, constituyen la cara negra y dañina del ser humano. También hay otra faz blanca y benéfica y es la que representa las acciones de los hombres buenos, no hablo en sentido religioso, este trabajo no lo es, sino de aquellos que llevados por su bonhomía, ayudan y socorren a quienes precisan de ellos, aunque no lo conozcan.
Cuando veíamos fotos de familia de hace 20 años, decía una niña de 3 años y medio: "¿Yo no estoy?" Esta pregunta, aparentemente sencilla, refleja una profundidad y un misterio que trasciende la comprensión temporal de la existencia humana. Para un niño, la idea de no estar presente en un momento capturado en una fotografía es incomprensible.
Son expresiones latinas que, traducidas con cierta libertad, podemos decir que significan: Nada sale de la nada o, de la nada ningún ser es creado. Esta frase es atribuida a Parménides de Elea, y con la que manifiesta que nada surge de la nada tal como él concibe el universo.
Se habló de que la muerte es un castigo divino, perspectiva fatalista que algunos asocian a la palabra bíblica de que la muerte es consecuencia del pecado. Diversas interpretaciones teológicas y filosóficas dirán eso, pero en realidad vemos que la muerte es una parte natural de la existencia humana y no necesariamente un castigo.
La vida posee un valor absoluto, ya que solo tenemos una oportunidad para existir y debemos aprovecharla, con la máxima intensidad posible. Independientemente de las creencias es evidente que existen infinidad de formas de vida realizables, en función de los deseos de cada persona.
Todos estamos en la barca de la vida, pero muy pocos nos atrevemos a navegar. La existencia del ser humano es un misterio infinito que se da desde su concepción: el niño, el joven, el adulto y el anciano no han llegado a comprender la grandeza y la inmensidad de su existir.
En nuestro último artículo titulado “Discerniendo la crucial diferencia existencial entre angustia y frustración” nos enfocamos en la diferencia conceptual de “angustia” de “frustración”, indicando a grandes rasgos que la angustia se refiere más bien a un sentimiento preponderantemente de ansiedad que surge cuando nos enfrentamos a la incertidumbre propia del sentido (o de la falta de sentido) ante la certeza de la finitud y la reflexión (si es que se da).
Viajaba en un viejo tren, un desenvuelto muchacho, leyendo un libro de ciencias que tenía entre sus manos. Al lado del jovencito, viajaba un señor anciano, que entre sus manos leía la Biblia muy relajado.
Desde muy pequeño he tenido un pensamiento que me paralizaba y llenaba de terror pánico. En mi mente me preguntaba: qué es todo lo que nos rodea, no solo en este grano de arena comparado con la inmensidad del universo que llamamos Tierra y habitamos. Sino en este Cosmos en el que nos encontramos.
Paula Demerson Ponce, nació en Valencia, y la curiosidad siempre le ha llevado por el camino opuesto al que le recomendaban tomar. Desde pequeña le ha fascinado la cantidad de aprendizaje que existe en las conexiones con otras personas; ya sean nuevas o de toda la vida. Tras terminar la carrera que siempre ha sido su pasión, psicología, sintió que todavía le faltaba mucho por aprender. Con el tiempo ha adquirido la valentía para escribir el libro que siempre soñó.
La escabiosis o conocida vulgarmente como sarna, una enfermedad vinculada con la pobreza y que se ha dado especialmente en momentos como tras la Guerra Civil, la II Guerra Mundial en los que la pobreza y las dificultades son habituales, está creciendo y es una pandemia que por su rápida transmisión afecta a la sociedad en todas sus clases, niños en colegios, hospitales etc.
Como comprenderán no me refiero a estar inmersos en una guerra tipo militar. Me refiero a nuestra presencia en primera fila de lo que se denomina “ley de vida”: la aparición inexorable de la enfermedad y la muerte en nuestro ámbito más cercano.
En previas ocasiones hemos tenido la oportunidad de reflexionar y mencionar la importancia del concepto de angustia en la filosofía existencial de Martin Heidegger, refiriéndonos particularmente al rol que la misma ocupa en la analítica existenciaria del único ser que se pregunta por su ser. En pocas palabras, se podría decir que la angustia que nos planteaba Heidegger es propiamente “un miedo sin objeto”.
He efectuado un recorrido indeleble por los laberintos, recovecos de mi mente y de la realidad que me merodea. Calle a calle, "amistad a amistad", y de muchas experiencias que me ha legado mi caminar por este mundo letrístico, de la cultura de las artes, y de otros cánones.
Empezando por lo accidental y terminando por lo trascendente, soy europeo, español, andaluz, de Puerto Real, cristiano, socialista y gitano. Las seis primeras cualidades de mi existencia son accidentales. Todas pueden cambiarse justificadamente. Sin embargo, lo que permanece inalterable, lo que ni siquiera yo mismo podría cambiar porque forma parte de mi ente personal e intransferible es mi condición de gitano.
Se puede pensar que todo cambia en la vida y es algo indiscutible. La realidad es temporal. Es lógico que deseemos retener los momentos de la existencia y atesorar experiencias de todo tipo. La curiosidad es una fuente de felicidad desde una perspectiva serena y racional. Lo que no quiere decir que no nos dejemos conducir por la pasión y las emociones a lo largo del transcurrir vital.
La vida es nuestra hoja en blanco a la que muchos le tenemos miedo, sin embargo, una gran excitación por vivir y aprovechar cada segundo y sentir la eternidad del presente también crece en nuestro interior. La dualidad de la que las tradiciones hablan también se da aquí. El temor a vivir no es ajeno al gusto por hacerlo, es el complemento en este presente sistema de cosas.
A veces uno quisiera ser insignificante, como lo es para nosotros, ególatras mortales, una mosca o un ladrillo. No se trata de ser despreciable, sino de ser poca cosa. No es que uno se crea imprescindible para el mundo; claro que no. Pero lo cierto es que en ocasiones parece que el entramado de la vida le ha colocado a uno en una red en la que no sabe si es araña, presa o tela.
En el transcurrir de tu existencia vas acumulando una serie de fobias y manías que te cuesta trabajo reconocer. Pertenecen a aquel cuadrante de la ventana de Johary que tanto te iluminó en tus primeros contactos con la psicología de la interrelación. Se trata de aquella parte de tu conducta que todo el mundo ve. Menos tú.
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