La inocencia de la pregunta
Cuando veíamos fotos de familia de hace 20 años, decía una niña de 3 años y medio: "¿Yo no estoy?" Esta pregunta, aparentemente sencilla, refleja una profundidad y un misterio que trasciende la comprensión temporal de la existencia humana. Para un niño, la idea de no estar presente en un momento capturado en una fotografía es incomprensible. Su mundo está compuesto por el ahora, por su presencia tangible y su interacción directa con el entorno. No conciben su no-existencia porque, en su mente, siempre han sido parte del mundo.
Responder desde la comprensión infantil Le respondimos que era muy pequeña, que estaba con Jesús, y le pusimos fotos recientes donde sí estaba ella. Esta respuesta, aunque sencilla y adecuada para la comprensión de un niño, abre la puerta a una reflexión más profunda sobre la existencia y el tiempo. Desde una perspectiva infantil, esta explicación puede ser suficiente para calmar su curiosidad momentánea, pero también nos invita a considerar una visión más amplia y espiritual de la existencia.
La existencia en dimensiones diferentes ¿Cómo hacer ver a un niño esa no-existencia? O en realidad, ¿es el niño quien nos enseña que sí estábamos presentes, pero de otra manera, en otras dimensiones, en un mundo diferente, es decir, que estábamos ya en Dios? Esta pregunta nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza de la existencia humana y su relación con el tiempo y el espacio.
Desde una perspectiva espiritual y filosófica, podríamos decir que nuestra existencia no se limita a nuestra presencia física en un momento específico. Estamos presentes en el amor y el pensamiento de aquellos que nos precedieron, en los sueños y esperanzas de aquellos que nos esperan. La no-existencia física en una foto no niega nuestra existencia en un plano más profundo y trascendental.
La existencia en Dios Para los creyentes, la idea de estar "ya en Dios" ofrece una respuesta reconfortante. Dios, siendo omnipresente y eterno, contiene en sí mismo todas las dimensiones del tiempo y el espacio. En este sentido, podríamos decir que siempre hemos estado presentes en el pensamiento y el amor de Dios. Nuestra existencia temporal en el mundo es solo una manifestación de una realidad más profunda y permanente en Dios.
Enseñanza desde la perspectiva infantil Los niños, con su inocencia y su curiosidad, nos invitan a considerar estas verdades de manera más simple y directa. Para ellos, la existencia es inmediata y continua. No conciben una separación entre el pasado, el presente y el futuro. Esta visión nos puede enseñar a nosotros, los adultos, a ver más allá de las limitaciones temporales y a comprender nuestra existencia desde una perspectiva más amplia y eterna.
Responder con amor y creatividad Para explicar a un niño por qué no está en una foto de hace 20 años, podemos usar la creatividad y el amor. Podemos decirle que, aunque no estaba físicamente presente, siempre ha estado en nuestros corazones y pensamientos. Podemos hablar de cómo las familias esperan con amor la llegada de nuevos miembros, y cómo ese amor los incluye incluso antes de su nacimiento. Así, en un sentido muy real y profundo, siempre ha sido parte de nuestra historia y nuestro amor.
Reflexión final La pregunta de la niña nos recuerda la maravilla y el misterio de la existencia humana. Nos desafía a considerar nuestra vida no solo en términos de tiempo y espacio, sino también en términos de amor y eternidad. Nos enseña que, en el corazón de Dios, siempre hemos existido y siempre existiremos, más allá de las limitaciones de nuestra comprensión temporal. Así, al responder a la curiosidad de un niño, también nos acercamos un poco más a la verdad de nuestra propia existencia eterna en Dios.
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