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En nuestro último artículo titulado “Discerniendo la crucial diferencia existencial entre angustia y frustración” nos enfocamos en la diferencia conceptual de “angustia” de “frustración”, indicando a grandes rasgos que la angustia se refiere más bien a un sentimiento preponderantemente de ansiedad que surge cuando nos enfrentamos a la incertidumbre propia del sentido (o de la falta de sentido) ante la certeza de la finitud y la reflexión (si es que se da).
Viajaba en un viejo tren, un desenvuelto muchacho, leyendo un libro de ciencias que tenía entre sus manos. Al lado del jovencito, viajaba un señor anciano, que entre sus manos leía la Biblia muy relajado.
Desde muy pequeño he tenido un pensamiento que me paralizaba y llenaba de terror pánico. En mi mente me preguntaba: qué es todo lo que nos rodea, no solo en este grano de arena comparado con la inmensidad del universo que llamamos Tierra y habitamos. Sino en este Cosmos en el que nos encontramos.
Paula Demerson Ponce, nació en Valencia, y la curiosidad siempre le ha llevado por el camino opuesto al que le recomendaban tomar. Desde pequeña le ha fascinado la cantidad de aprendizaje que existe en las conexiones con otras personas; ya sean nuevas o de toda la vida. Tras terminar la carrera que siempre ha sido su pasión, psicología, sintió que todavía le faltaba mucho por aprender. Con el tiempo ha adquirido la valentía para escribir el libro que siempre soñó.
La escabiosis o conocida vulgarmente como sarna, una enfermedad vinculada con la pobreza y que se ha dado especialmente en momentos como tras la Guerra Civil, la II Guerra Mundial en los que la pobreza y las dificultades son habituales, está creciendo y es una pandemia que por su rápida transmisión afecta a la sociedad en todas sus clases, niños en colegios, hospitales etc.
Como comprenderán no me refiero a estar inmersos en una guerra tipo militar. Me refiero a nuestra presencia en primera fila de lo que se denomina “ley de vida”: la aparición inexorable de la enfermedad y la muerte en nuestro ámbito más cercano.
En previas ocasiones hemos tenido la oportunidad de reflexionar y mencionar la importancia del concepto de angustia en la filosofía existencial de Martin Heidegger, refiriéndonos particularmente al rol que la misma ocupa en la analítica existenciaria del único ser que se pregunta por su ser. En pocas palabras, se podría decir que la angustia que nos planteaba Heidegger es propiamente “un miedo sin objeto”.
He efectuado un recorrido indeleble por los laberintos, recovecos de mi mente y de la realidad que me merodea. Calle a calle, "amistad a amistad", y de muchas experiencias que me ha legado mi caminar por este mundo letrístico, de la cultura de las artes, y de otros cánones.
Empezando por lo accidental y terminando por lo trascendente, soy europeo, español, andaluz, de Puerto Real, cristiano, socialista y gitano. Las seis primeras cualidades de mi existencia son accidentales. Todas pueden cambiarse justificadamente. Sin embargo, lo que permanece inalterable, lo que ni siquiera yo mismo podría cambiar porque forma parte de mi ente personal e intransferible es mi condición de gitano.
Se puede pensar que todo cambia en la vida y es algo indiscutible. La realidad es temporal. Es lógico que deseemos retener los momentos de la existencia y atesorar experiencias de todo tipo. La curiosidad es una fuente de felicidad desde una perspectiva serena y racional. Lo que no quiere decir que no nos dejemos conducir por la pasión y las emociones a lo largo del transcurrir vital.
La vida es nuestra hoja en blanco a la que muchos le tenemos miedo, sin embargo, una gran excitación por vivir y aprovechar cada segundo y sentir la eternidad del presente también crece en nuestro interior. La dualidad de la que las tradiciones hablan también se da aquí. El temor a vivir no es ajeno al gusto por hacerlo, es el complemento en este presente sistema de cosas.
A veces uno quisiera ser insignificante, como lo es para nosotros, ególatras mortales, una mosca o un ladrillo. No se trata de ser despreciable, sino de ser poca cosa. No es que uno se crea imprescindible para el mundo; claro que no. Pero lo cierto es que en ocasiones parece que el entramado de la vida le ha colocado a uno en una red en la que no sabe si es araña, presa o tela.
En el transcurrir de tu existencia vas acumulando una serie de fobias y manías que te cuesta trabajo reconocer. Pertenecen a aquel cuadrante de la ventana de Johary que tanto te iluminó en tus primeros contactos con la psicología de la interrelación. Se trata de aquella parte de tu conducta que todo el mundo ve. Menos tú.
Cuando vencemos esa barrera somnolienta del mundo moderno, la lectura se vuelve una forma más de vivir, de experimentar situaciones y emociones que bien no pertenecen a nuestra realidad pero que indudablemente se vuelve un recuerdo más que se funde en la mentira de nuestra memoria, empezamos a sentir una imagen anterior de otra forma, con otra textura y color.
Cada individuo camina con sus soledades difíciles de remediar, porque parten de su realidad radical. Por muchas vueltas que le demos, las pretendidas compañías acaban por dejarnos ante el enigma propio. No será porque no hayamos acudido a incontables dioses a lo largo de la historia, siempre escurridizos y poco presentes en las deliberaciones humanas.
¿Qué es el alma, si en mi cuerpo hay tantas?, ¿quién soy yo, si tengo mil caras?, ¿quién domina mis acciones y siente lástima de otros, ira o venganza?, ¿quién soy yo, si soy mitad buena y mitad mala?, ¿debo ser diablo o santa?
Los disimulos sirven de escaso consuelo, al más presuntuoso se le esfuman los agarraderos de sus raíces cuando se encuentra proyectado al sentido final de sus vidas. Siente en carne propia ese carácter solitario de sus decisiones existenciales; esa hora de la verdad despojada de los aditamentos sociales. El guión se pierde en las INCERTIDUMBRES del orígen, transformadas en elucubraciones calibradas en la intimidad de cada sujeto. Ese inquietante comienzo vuelve comprensibles las diversas maneras particulares de enfocar el asunto en las actuaciones posteriores. El mismo concepto de interpretación correcta se desparrama, configura los matices propios de la aventura vital.
El libro Qué es el hombre de Ashley Montagu es una obra que muestra la profundidad y amplitud de las reflexiones antropológicas o filosóficas de este pensador británico- estadounidense.
Está visto que nadie puede actuar por sí mismo y que el donarse es una manera de crecerse como especie y de revivirse como linaje. Hoy más que nunca requerimos de ese capital humano, cuando menos para incrementar la confianza en los semejantes, y poder eliminar las barreras sociales que nos impiden crear cohesión y aminorar desigualdades.
Algo grave está pasando, cuya explicación está muy clara o nunca llegaremos a conocerla con precisión. La desigualdad es cosa natural, pero exacerbarla hasta extremos inauditos es una necedad. Las disputas serán lógicas, pero no los malos tratos, asesinatos de bebes por sus progenitoras, violaciones, ensañamiento hasta la muerte con los discordantes.
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