Cuánto alborozo y frescor he sentido esta mañana, viendo una gran algarada en tono vindicador. Desde el modesto pintor hasta el hombre más pudiente, iban conformando un frente de una protesta viril, que hasta la Guardia Civil protegía ardorosamente. Muchas pancartas llevaban los sindicatos de izquierda y con música de cuerda contra Sánchez coreaban. Con complacencia ondeaban, grandes banderas de España, y criticaban con saña a quienes no las tenían, o bién no las defendían, usando alguna artimaña.
La crítica hacia el gobierno era el lema principal, por quien la nueva coral entonaba un miserere. Por todo esto, se infiere, me dije con alegría: esta orquestada armonía con tan razonable ambiente será moneda corriente y el fin de la hipocresía. Pero ¡que fatalidad! aquella dulce visión fue solo un sueño simplón en vez de una realidad. Pues la única verdad, es que aquella concurrencia pedía con insistencia que se indultara a Griñán, por ser el “gran talismán del decoro y la decencia”.
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