El hedor a constante a podrido que emana la sociedad por la que transitamos con la nariz tapada, donde nadando a con menos sustancias que agravios, manotazos, asustados e intranquilos entre aguas sucias y olor a sangre peleona, derramada por gustos sádicos de unos y otras. Las drogas que infectan y degradan al ser humano manejadas por millonarias fortunas para los de arriba, triste desgracias hacia los de abajo ,presos desasosegados , errantes con sus propios desvaríos, que les hace flotar e imaginar, creer hallarse en un sueño ficticio que conducirá el hábito y lentamente, el suicidio.
Yo en este primero de marzo cuando el frío aprieta procuro disponer de un refugio en mi propia retaguardia, atento siempre por saber que la puerta de una rica morada literaria se encuentra entreabierta, donde me sentiré a salvo de tanta desventura, comedia y locura que sangra el camino hacia el precipicio. Me acojo a defender mi vida llenándola de la buena literatura y la poesía, que siempre se encuentran vivas, pues nunca moribunda, igual a los ríos que cuando llegan al mar no se ahogan, porque son actitudes eternas. Allí, el amigo literario de Josep Roth me ofrece.” La noche de abril en que llegué estaba nublada y lluviosa…”.
Uno, como lector, me voy dejando llevar de la mano del narrador. Y la imagen de su conjunto se adentra en mi interior, es algo así semejante a una nostalgia de un tiempo heredado, pasado rico, repleto de belleza descriptiva de la narración que conduce a descubrir la aventura de tan deseada historia de amor ,prendado de la atractiva y bella Anna, que se enreda con la propia nostalgia del ayer cuando el imperio austrohúngaro emana toda la obra literaria de Josep Roth. Está ahí con esa sencilla expresiva de las pequeñas cosas, los detalles de los variados y curiosos personajes cada cual con sus equipaje de intereses y sus palpitaciones, que componen la familiaridad de un pequeño pueblo, en con sus vecinos, donde nuestro personaje se se ve sorprendido por el amor Anna surgido misterioso convertido en deseo soñador dentro los conceptos de su propia existencia, que se altera cuando aparece en una ventana ,la de una calle cualquiera la atrayente figura de una joven rubia por la que se siente extrañamente atraído.
La ficción literaria aprecia esa calidad humana conmovedora de cábalas, máxime cuando, las editoriales casi obligan a sus autores a escribir con la corriente como está sucediendo en gran parte de la novelística actual, en porcentaje más bien alto. Dubitativo de calidad no ofrece la calidad que el tema propone.
Ocurrió con la etapa de la novela histórica, todos y todas obligados a escribir de la novela policiaca o de misterio. Padecemos un mundo de imitaciones. Esto no se debe de generalizar, pero es patente la fiebre imitativa literaria existente, donde muchos de los premios aireados a bombo y platillo publicitario dejan mucho que desear.
Esta novela corta invita a disfrutar del placer de la sencillez narrativa. El sueño roto, que no de un deseo, llegar a a Nueva York es el infructuoso logra el final de la huida de la nostalgia. Todo queda en el exilio en París entregado a la creación literaria y el refugio a la bebida, mas ello no le impedirá alcanzar su rica y dulce ternura creativa para ofrecer refugio a los lectores que necesitan refugiarse por resultarles imposible la vulgaridad como uso diario alineador.
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