Ante la ola de violaciones o agresiones sexuales de estas últimas semanas en España a adolescentes es necesario que se baje la edad penal de los 14 a los 12 años. También deberían ser aumentadas las indemnizaciones por casos de violación o por agresiones y acoso a los responsables de la educación de los hijos que son los padres. Esto causaría, sin ninguna duda, una disminución de este tipo de delitos.
Los abusos y violaciones parece que ya son una especie de moda en algunos ambientes y es el resultado de una falta de educación y respeto, en una parte de los adolescentes, algo producido porque una parte de las familias no saben educar adecuadamente o no son capaces de hacerlo. El resultado negativo es el mismo.
Otro problema relacionado directamente con la violencia sexual es el consumo, por parte de muchos menores, de pornografía violenta que normaliza la agresividad y la violencia como conducta habitual y banaliza las agresiones sexuales y los comportamientos violentos de todo tipo.
También están proliferando los videos de peleas y agresiones protagonizadas por adolescentes, que se publican en redes sociales y que son delito. Si a esto se añaden las conductas de acoso se observa un panorama social desalentador, en relación con las actitudes de una parte de los menores y de los jóvenes.
Las campañas de sensibilización sobre el acoso para evitar que suceda y que es realizada por las fuerzas policiales no son suficientes, porque es responsabilidad de todos parar y denunciar estos hechos de abuso en todo el territorio español. La obligación de informar o denunciar hechos que son delito, no se cumple en muchas situaciones y esto mismo junto con otros factores hace que sea difícil lograr que disminuyan esta clase de comportamientos.
La sociedad se tiene que dar cuenta de que la educación empieza desde la infancia ya que las normas no son solo algo de adultos, también tienen que ser incorporadas a la educación de los menores, junto con los valores éticos, desde los primeros años. Si no se educa de esta forma, cuando los niños crecen, se pueden convertir en pequeños tiranos que no respetan nada. Junto a la flexibilidad es absolutamente necesario poner líneas rojas a los menores que no deben cruzar nunca.
Ser excesivamente permisivo con los hijos conduce a la intolerancia, la violencia y la ausencia de respeto hacia todo, algo que ya se está observando en las conductas de muchos menores o niños. Esto no supone implantar el autoritarismo, pero sí la disciplina y especialmente el respeto a la autoridad y las normas y leyes. Existen más asignaturas pendientes en la educación de los adolescentes. Por ejemplo, el uso excesivo de Internet. Muchos menores y jóvenes se pasan un montón de horas diarias pegados a las pantallas, con videojuegos u otros entretenimientos digitales, que les dejan sin tiempo para hacer otras actividades necesarias también para su desarrollo y equilibrio personal. Organizar el tiempo diario del que se dispone no es un capricho, al contrario, es algo fundamental y básico.
La falta de respeto al profesorado está a la orden del día en los centros educativos. Algunos alumnos creen que no tienen deberes y obligaciones y que solo tienen derechos. Es verdad que todo esto se deriva, en parte, de la rebeldía propia de la adolescencia, pero todo tiene unos límites. También es cierto que, en muchas circunstancias, una parte del alumnado, aunque también entiende las normas, no las quiere cumplir y las tergiversa, ignora o manipula.
¿Se pueden asociar tecnológicamente el progreso y la libertad donde se romantiza la navegación por internet? ¿Es bueno el cambio de la dirección racional clásica a la masificación tecnológica? Quien lo crea, no entiende los conceptos de progreso y libertad. Libertad no puede haber porque todos los que utilizamos aunque sea una sola red social, ya estamos fichados.
La esclavitud blanca hace referencia a la esclavitud de personas de origen europeo, ya sea por parte de otros europeos o de distintas culturas. Se encuentran casos de esclavos en galeras navales o capturados por vikingos. Los esclavos de origen europeo estuvieron presentes en sociedades como la antigua Roma y el Imperio otomano.