La poesía, ha sido un instrumento necesario para el desarrollo del hombre. Desde tiempos bastante memorables es bien sabido que el oficio de escribir es tan útil como cualquier otra actividad en la vida diaria. Es por eso que, creo yo, los versos son necesarios para que no nos consuma la locura ni tampoco la rutina diaria y tan agotante que lleva la humanidad en este mundo que cada día, parece estar más cercano a otras expresiones de la posmodernidad y se aleja de la belleza de la palabra escrita.
Ante todo este ajetreo que nos trae esta era tan cambiante, los poetas siempre han resistido y se han entregado y en cada verso y metáfora nos han mostrado que, aun es posible construir otros mundos a través de la poesía y encontrar belleza en la literatura. Entonces, ser poeta y amar la poesía es algo así como un acto de resistencia en medio del tedio que nos invade y las agendas que la globalización nos quiere imponer diariamente.
Desde éstas premisas, creo yo, surge la película “Ardiente Paciencia” del cineasta de origen chileno Rodrigo Sepúlveda. Una cinta basada en el libro “El cartero de Neruda” del también escritor chileno Antonio Skarmeta. En esta película nos encontramos con la vida de un joven pescador llamado Mario, que por diversas razones en la vida se termina convirtiendo en cartero pero su sorpresa, es más grande al darse cuenta que, tendrá que ser un cartero de alguna manera especial, ya que sus entregas serán en su mayoría dirigidas para el poeta Pablo Neruda.
En la obra, Rodrigo Sepúlveda nos da un generoso recorrido por el territorio que vió crecer y forjar una hermosa poética al buen Neruda. Entonces se nos hace presente con su mar embravecido y sus parajes hermosos la llamada “Isla Negra” el pueblo en el cual vivió el poeta. En ese lugar donde los pescadores llevan el pan de cada día, Neruda le dio al mundo los versos de una eternidad. También se nos aparece la belleza de las gaviotas, la nostalgia de los amores imposibles o de los que fueron y, por circunstancias de la vida jamás podrán ser.
El trabajo fotográfico de esta cinta es digno de aplaudir y por qué no, también decir que, encaja a la perfección con cada sentimiento, metáfora y otras figuras literarias que emanan del guión de la obra. La fotografía de esta película me parece a mí: un reencuentro con el pasado, con la caricia de mamá y el rigor de papá, con la niñez que un día vivimos y los papalotes que volamos. Es una suma de ternura y otras formas de recordarnos que la sensibilidad y la dulzura están en nosotros, aguardando para que un día volvamos a darle rienda suelta como en tiempos pasados.
“Ardiente Paciencia” es una película bien fraguada, que nos da un recorrido por la vida de Pablo Neruda y también por cada una de sus aventuras como autor hasta convertirse en la figura imponente que representa hoy para el oficio de escribir y la literatura en lo largo y ancho del globo terráqueo.
“Ardiente Paciencia” también es una cinta que nos hace recordar que la belleza de la palabra escrita, seguirá vigente mientras la humanidad crea en el amor, en un mejor mañana y en la utopía de la vida que hoy más que nunca se vuelve necesaria para fraguar las batallas del presente y las que vendrán en el mañana. Rodrigo Sepúlveda supo narrar en su cinta todo lo que el hombre y la mujer necesita para seguir. Es decir, poesía, esperanza y las ganas de amar en este tiempo en el que casi todo se diluye y termina viajando en las entrañas de una balsa pasajera.
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