Es un adagio que ya se utilizaba en la Edad Media, y que en español quiere decir “LOS HONORES CAMBIAN LAS COSTRUMBRES, PERO RARA VEZ A MEJOR”. Lo podemos hacer corresponder con nuestro dicho: “Si quieres saber quién es fulanillo, dale un encarguillo”. Personas que, en apariencia son pacíficas, benévolas, sin motivo para enorgullecerse da nada, pues realmente nada hay que los haga diferentes a los demás, como no sea su cansina mediocridad y su carencia de alguna cualidad relevante, se transforman, se engríen, se empoderan, se consideran superiores a los demás en el momento que el azar, la casualidad, o ¿por qué no? su habilidad para ser un trepa en la vida hace que, por una razón u otra, logren encaramarse a algún opuesto por el que hayan de recibir algún merecimiento o distinción, aunque sea transitorio y de exigua valía. Aunque la frase que voy a reproducir se pronunciase profusamente en tiempos no tan pretéritos, hoy, a pesar de que nos regimos por una Constitución que en su artículo 14 manifiesta inequívocamente: “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, hay quien imbuido no se sabe de qué tipo de privilegio, cuando llega algún momento, venga o no al caso, suele decir. “Vd. no sabe con quién está hablando”. Son esos personajillos que, no han llegado a nada en su vida, pero que por haber decidido entrar en política o en otra actividad, alcanzan algún carguillo por el que, ya se creen superiores a los demás y se consideran con unas ínfulas que los elevan sobre el resto de los mortales. Conozco dos anécdotas que vienen muy bien al caso y que referiré pues parecen algo chuscas. En cierta ocasión, un individuo de los que “Vd. no sabe con quién está hablando”, iba, algo bebido, con su coche por una carretera a mayor velocidad que la permitida. Una pareja de la Guardia Civil le dio el alto y comenzó a pedirle los papeles reglamentarios del coche. Esta criatura con el engreimiento propio de los que se creen que son algo, pues trabajaba en el sindicato Vertical, le espetó al guardia civil: “Vd. no sabe con quién está hablando”. Este cachazudo y con sorna le dijo: “Lo sé muy bien, con un conductor que se ha pasado en la bebida al que le voy a multar por exceso de velocidad, así como de alcohol. El otro caso que me refirieron también es jocoso. En cierta empresa el Jefe de Personal era Graduado Social, precisamente por ello era Jefe de personal. Un peón de brega cuasi analfabeto había llegado a ser enlace sindical. Cierto día hablando con el Jefe de personal sobre cuestiones y leyes laborales, tuvo la osadía de decirle: “Sobre esto es mejor que te calles, pues no entiendes nada”. El aludido, también con cierta guasa le dijo: “anda, vete y que Dios te ampare”. Estos mencionados no llegaban siguiera a tener honores, pero en su cortedad intelectiva habían cambiado el lugar que les correspondía, creyéndose lo que no eran, no habían cambiado a mejores.
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