La tecnología avanza tan aceleradamente que no nos percatamos de cómo afecta a nuestra salud y a nuestros hábitos de vida. No obstante, está presente desde que abrimos los ojos, es algo compulsivo, no podemos evitar sumergirnos en esas pantallas, revisar el correo, las redes sociales, WhatsApp, las notificaciones, los etiquetados y todas esas grandes herramientas que fueron creadas para llamar nuestra atención de manera continua.
Navegamos por internet unos minutos, pero pasan horas. Este gesto se ha convertido en algo tan habitual que olvidamos esa frase con tanto valor significativo: "La vida es eso que sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes". Y no hay que olvidar los grandes progresos que se logran en este campo y ese futuro digital tan prometedor que se avecina. Todas las puertas que positivamente se han abierto haciendo “más fácil nuestras vidas”. Es todo un logro. Pero, ¿se le está otorgando el uso adecuado?, ¿se controla el poder que ejercen estas herramientas en nosotros o estamos siendo controlados y manipulados por ellas?. ¿Qué alcance tiene la polarización en las redes?, ¿cómo pueden influir en cada uno de nosotros? Son preguntas que comienzan a ser frecuentes.
La importancia de hacerse un selfie y subirlo a las redes recreando los momentos más bonitos, o buscar lugares impensables para hacerse una foto y morir en el intento, conseguir el rostro y el cuerpo perfecto con algunas aplicaciones que distorsionan la realidad a muchos jóvenes, que ya persiguen tener esa imagen, etc…, están a la orden del día. Por momentos se pierde la autenticidad y el valor de lo que realmente importa, buscando exclusivamente la valoración y aceptación por parte de los demás a través del pulgar hacia arriba o abajo, aceptación o rechazo.
Es raro observar a alguien que no tenga su mente absorbida en el móvil, pocos son los que conversan con la persona que se sienta al lado, cada vez somos más las familias que no hablamos cuando nos sentamos a comer, cada uno está sumergido en su propia pantalla generando datos una y otra vez que posteriormente serán utilizados por esos grandes de la industria, porque al fin y al cabo nada es gratis, todo está diseñado para generar ingresos, si no pagamos, seremos el producto a consumir. ¿A dónde nos conduce todo esto?, ¿quién maneja nuestros datos íntimos?
En fin, los emoticonos sustituyen las palabras tanto, que ya cuesta leer más de tres frases seguidas, y el caso es que esos simpáticos emoticonos dominan las emociones de muchas personas, estimulando la dopamina, satisfaciendo el ego, alimentando la dependencia, disminuyendo la concentración, y generando más ansiedad y depresión en el mundo real.
Recibimos tanta información (real o ficticia) que estamos desorientados, agotados, pero queremos más, al fin y al cabo, estas pantallas digitales han sido creadas para pasar el mayor tiempo posible en ellas, son muy adictivas, nos contaminan de una forma que hoy en día poco es lo que podemos hacer sin ellas.
Hoy tengo el honor de entrevistar a Julia Lescano, nacida en La Plata (Buenos Aires). Arquitecta licenciada en la UNLP, donde ha sido profesora e investigadora sobre Historia, Arquitectura, Arte y Diseño. Ha realizado estudios de postgrado sobre estas temáticas. Su trabajo profesional se centra en la práctica de la arquitectura y la investigación sobre la relación que existe entre los espacios, los usuarios y las nuevas tecnologías.
Autora del libro “Vida Escaparate”, una obra magistral con mucho carácter, profunda y reflexiva, publicada por la editorial Almuzara, el cual nos hace una pregunta muy clara y directa: ¿Vivir para ser visto o ser visto para vivir? Julia, ¿qué es lo que te motivó a escribir este libro? Creo que el hecho de ver una sociedad adormecida, obedeciendo sin siquiera preguntarse a todos los “nuevos mandatos” que los medios nos imponen día tras día. Comencé a escribir este libro hace ya unos 5 años, honestamente porque no entendía cómo el común de la gente publicaba fotos de su vida privada en las redes sociales. Me comencé a hacer preguntas del tipo: ¿por qué lo hacen? ¿Para qué? ¿Cuál es el límite?. Y eso me llevó a investigar y ahondar sobre este apasionante fenómeno social que yo decidí llamar “Vida escaparate” y que puede ser analizado desde distintas perspectivas, tales como el espacio, el sujeto y la imagen.
Si en nuestras manos tenemos el poder de ser los grandes arquitectos de nuestras vidas, ¿por qué dejarnos hackear y manipular por este universo digital, limitando nuestras posibilidades y atención? Es probable que a estas alturas gran parte de la población ya no sienta ese “poder” o ni siquiera se recuerde en qué momento entregaron su imagen y su vida, cuál “ofrenda”, al mundo digital. Siempre pienso que son los sujetos los que eligen dejarse sujetar, nadie opta por subir su día a día a las redes a punta de pistola, se supone que lo hacen por “elección”. Creo que deberíamos de preguntarnos ¿qué le sucede a la sociedad actual?, ¿por qué somos tan “influenciables” y manipulables? Por supuesto que, tal y como dices, el hecho de caer cuál mosca en la red de la araña hace que quedemos atrapados allí y que tanto nuestras posibilidades como nuestra atención se vean limitadas. En el caso de la atención, creo que no es que no la tengamos, sino que solo la centramos en las pantallas.
¿Piensas que la sociedad está correctamente informada y orientada hacia la gravedad o de lo enormemente sensibles que somos o estamos cuando abrimos esa otra puerta? La verdad es que pienso que, paradójicamente, en la era de la información abunda la plaga de la desinformación. Estamos bombardeados por imágenes, videos y textos, pero el contenido es en su mayoría banal. Hemos ganado en cantidad de datos, pero al mismo tiempo hemos perdido en espesor. Hay demasiada sobreexposición, permanentemente estamos brindando información sensible a la red. Ella se alimenta de nosotros, pero nadie se pregunta ¿de quién son esos datos? ¿Quién resguarda nuestra privacidad? ¿Qué leyes y organismos regulan el espacio digital?
A lo largo del día el móvil se desbloquea más de cien veces, nos hacemos adictos a él…, está claro que no controlamos, vivimos más dentro de ese escaparate que en la vida que debemos vivir; Julia, ¿crees que se asume la responsabilidad que eso conlleva?, ¿estamos protegiendo nuestros intereses e ideales de vida? No, claro que no. Solo podría decir que algunos somos más conscientes que otros, nada más. Claro que todo este estilo de vida en el que estamos inmersos es super adictivo, tendríamos que preguntarnos: ¿por qué buscamos tanta aprobación en las redes? La persecución de esos likes indica que hay una falencia muy grande en algún ámbito de nuestra vida que busca ser compensado de manera “virtual” y efímera.
Además, como resultado de estas nuevas adicciones, la sociedad de la pantalla cada vez somatiza más: han aumentado considerablemente las tasas de suicidio de adolescentes, la depresión, la soledad, la ansiedad, los ataques de pánico, los trastornos alimenticios, etc. Las estadísticas hablan por sí solas, ya no podemos sostener el discurso de que las redes son “inofensivas”.
Después de comprobar día tras día como el mundo digital absorbe a la población dentro de esas pantallas, ¿cómo imaginas la vida dentro de unos años? Esta es una pregunta interesante. Me resulta difícil poder separar el deseo con lo que en realidad pienso. Primero, me gustaría aclarar que en mi parecer, el problema no es solo el tiempo que pasamos en las redes, sino todo lo que dejamos de hacer en ese tiempo. Las redes deberían ser un espacio donde tomar un recreo en la jornada, una pausa, pero no la vida misma: en la vida escaparate el medio se ha convertido en el fin.
En segundo lugar, si bien es complejo hacer futurología en un mundo que cada vez se mueve más rápido, mi deseo es que la gente comience a tomar conciencia del impacto de la llegada de la tecnología a nuestras vidas y del abuso que hacemos de ellas. También confío en que se empezará a legislar y regular de alguna manera el espacio digital. Como toda adicción requiere hacer una desintoxicación y hacer un uso inteligente de estas nuevas tecnologías, retomar el uso para el que fueron creadas, es decir, acortar distancias, permitirnos tomar contacto con personas en distintos puntos del mundo, hacer uso de la información disponible con un solo click, etc.
Cada día nos convertimos más en un reality show como el Gran Hermano; ¿a dónde nos conduce todo esto?, ¿a qué precio vendemos lo más íntimo para llegar al máximo en likes y seguidores? Vivimos en un mundo en el que todos aspiran a ser youtubers, tiktokers o influencers. Eso es lo que está “de moda”. El valor de una persona se mide por su número de seguidores y por sus likes. Palabras como “prestigio” y “compromiso” han caído en desuso. Hoy es mucho más sencillo alcanzar la fama, pero se trata de una fama efímera, de poco espesor como el vidrio del que están hechas las pantallas, basada en la exposición, en el aparentar para agradar, pero no en la trayectoria, en el estudio, la capacitación etc.
Estas pantallas que ya son el chupete del bebé, por así decirlo, que se queda ensimismado ante la luz, el sonido y el movimiento que transmiten, ¿en esta carrera veloz de la tecnología piensas que pueda haber una posible reversión? Me resulta necesario hacer aquí una distinción entre aquellos que conocimos lo que era vivir una vida sin pantallas y los que no. Los nativos digitales utilizan los dispositivos como “chupetes electrónicos”, pero esto tiene un impacto en el desarrollo de su sensibilidad y de sus capacidades. Estamos frente a una mutación de la especie humana, no tenemos certeza de si esto es un indicador de evolución o de involución, pero está claro que nuestros cerebros y nuestros cuerpos tendrán que adaptarse para vivir inmersos en entornos híbridos, para poder salir y entrar, movernos y desplazarnos tanto en espacios físicos y reales como en espacios virtuales o digitales.
El tiempo de la pandemia nos unió a través de esas pantallas, ahora que podemos abrazarnos y tocarnos, nos aleja y transforma en otro yo ¿Se ha perdido la frontera entre lo real y lo intangible? Creo que la pandemia nos dio la oportunidad de valorar los afectos, el contacto cara a cara, las caricias, los besos y los abrazos. Pero, desgraciadamente, nos hemos olvidado muy rápido de todo y hemos optado por sustituir parte de nuestro mundo de carne y hueso por el mundo ilusorio y ficcional de la virtualidad. Los límites entre la vida real y la virtual se han desdibujado, la frontera se ha hecho muy delgada y permeable. Por momentos creo que para algunos, la realidad fría y distante de las pantallas, se ha convertido en una zona de confort, de la cual les resulta casi imposible salir.
Julia, ¿Qué nuevos proyectos tienes en mente? De momento estoy bastante abocada a la promoción de Vida escaparate. Siempre estoy abierta y disponible, ya que me parece que el tema y el libro ameritan difusión para contribuir a sembrar información y conciencia. Además, creé el formato de Charlas #SinFiltro para fomentar la lectura y el pensamiento crítico entre los alumnos de los distintos niveles educativos. La propuesta se centra en conversar con un grupo de alumnos sobre los efectos de vivir inmersos en un mundo digital.
En contacto con el profesor a cargo, diseñamos cada charla con el objetivo de brindarles a los estudiantes un espacio de aprendizaje y reflexión en torno a las imágenes que proyectamos y recibimos a través de esa gran “vitrina” en la que hemos convertido la vida.
También, tengo mi sección de radio “El escaparate de Julia" en el programa Trópico de letras que hacen Ana Cecilia Chávez Zavalaga y Toni García, desde radio tu radio Valencia.
Para finalizar, contarles que continúo escribiendo artículos y también un segundo libro. Debo confesar que mi sueño es poder hacer una docu-serie de Vida Escaparate. Como arquitecta, el mundo de la producción audiovisual y la dirección de arte me resultan apasionantes.
Muchísimas gracias Julia por concederme esta entrevista y por compartir con todos nosotros tus conocimientos y experiencias; y por supuesto, mis felicitaciones por el éxito que está alcanzando tu libro Vida Escaparate, y que a través de su lectura se logre concienciar y sensibilizar a la sociedad de que se tomen otras medidas más rigurosas en las cuales se planteen un uso más adecuado de estos espacios y de nuestra presencia en estos medios digitales.
Este próximo sábado 10 de junio, podremos encontrar a Julia firmando libros, en la Feria del libro de Madrid (España) desde las 17:00 horas hasta las 18:00 horas, en la Caseta 140 de la Editorial Almuzara.
Y el martes 13 de junio a las 19:00 horas presentará Vida Escaparate en Gatopoardo Café (Barrio Las Salesas de Madrid), en un formato de Charla-entrevista de la mano de la Licenciada Yolanda Escudero.
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