Con motivo del Día Internacional de las Viudas (23 de junio), World Vision quiere visibilizar una crisis oculta surgida de una guerra que ha devastado una nación durante más de una década y que afecta a decenas de miles de mujeres, niños y niñas que luchan por sobrevivir en los olvidados "campamentos de viudas" del noroeste de Siria.
Son mujeres no acompañadas ya sean viudas, solteras, separadas u otras mujeres cuyos maridos han desaparecido, que viven con sus hijos e hijas. Los niños y niñas necesitan desesperadamente seguridad y protección, ya que sus madres tienen pocos o ningún medio para cuidar de ellos, y ellas mismas también sufren traumas y abusos.
Aunque la mayoría de los campos de desplazados ofrecen algún tipo de asistencia humanitaria y se incluyen explícitamente en las operaciones humanitarias, los residentes de estos llamados "campos de viudas" tienen un acceso limitado a la ayuda humanitaria. Los campos están repartidos por todo el noroeste de Siria, donde sigue siendo extremadamente difícil responder a las crecientes necesidades, ya que actualmente sólo queda un punto de acceso para la asistencia humanitaria. Hasta la fecha, ninguna organización humanitaria internacional ha tenido acceso a los “campos de viudas” y sólo unas pocas agencias especializadas en protección o salud mental, entre las que se encuentran algunas organizaciones socias de World Vision, han tenido acceso a un número seleccionado de lugares.
Testimonios
Doce años después del comienzo de la guerra en Siria, la crisis humanitaria que se desarrolla tras las puertas blindadas de los campos es peor que nunca. Así se refleja en el informe Los campos de viudas de Siria: los más difíciles de apoyar, los que más riesgo corren para el que World Vision encuestó a mujeres que se encuentran en esta situación.
La abrumadora mayoría de las mujeres encuestadas (95%) afirmaron tener sentimientos negativos o estar desesperadas, sin apenas acceso a la ayuda de salud mental. Resulta preocupante que el 88% de las mujeres informaran de la falta de servicios esenciales, como atención sanitaria, alojamiento adecuado y protección.
Fayda, Khitam y Amneh son tres mujeres viudas que explican las duras condiciones de vida que soportan junto a sus hijos:
Fayda es madre de cinco hijos de los cuales tres viven con ella, dos niños y una niña. Uno de ellos vende pan y el otro chatarra: “Sufrimos la falta de agua, sólo cuando llueve tenemos agua. Tampoco hay electricidad y tengo una bombilla aquí y otra en la cocina. Tenemos electricidad antes de que se ponga el sol y se corta después de las 9 de la noche”, explica Fayda.
Khitam vive con sus tres hijos y se lamenta sobre la precaria situación del campamento: “No hay servicios sanitarios, no hay agua y la basura se tira delante del campamento. Nadie viene a recogerla. Los pañales sucios llenan el suelo y se propagan las infecciones. La situación es horrible”. Y añade, “Tenemos que comprar agua y un depósito cuesta 25 liras. No nos lo podemos permitir. Tampoco podemos permitirnos comprar comida, no tenemos dinero para comprar los ingredientes. Si tenemos dinero, cocinamos para nuestros hijos, si no, se quedan sin comer”.
Amneh, que lleva años desplazándose de un lugar a otro, también tiene a su cargo tres hijos y cuenta que carecen de lo más básico: “Viste con tus propios ojos cómo el barro, los desechos y la basura llegaban a las tiendas. La basura se amontona aquí sin que nadie la retire. La leishmaniasis está afectando gravemente a los niños ahora, y se acerca el verano”.
“El agua y el pan se han convertido en lo más importante de la vida. Mis hijos piden plátanos, fideos, manzanas y un pantalón nuevo en lugar del viejo. Quiero ver a mis hijos en la escuela, bien vestidos y bien alimentados. Siento que, haga lo que haga por ellos, no es suficiente. Espero mejorar y poder ocuparme de ellos”.
Los “campos de viudas” siguen siendo completa e injustificadamente invisibles en la respuesta humanitaria al conflicto. World Vision hace un llamamiento a la ONU y a los gobiernos donantes para que utilicen su influencia diplomática para abogar por el acceso de los trabajadores humanitarios.
"Las mujeres de estos campamentos se encuentran en una situación límite, con alarmantes necesidades de salud mental y sin ingresos para cuidar de sus familias, lo que las lleva a adoptar estrategias de supervivencia perjudiciales para ellas y sus hijos. Instamos a quienes tienen el poder político a que den prioridad a las vidas de estas mujeres, niños y niñas sirios. Llevan doce años sufriendo la guerra y el desplazamiento, y merecen seguridad y protección", concluye Eloisa Molina, directora de comunicación de World Vision.
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