“El consejero de derechos sociales Carlos Campuzano, apostó ayer (07/06/2023) afrontar el debate sobre la imputabilidad de los menores de 14 años haciendo una revisión de los protocolos que ahora tiene la Generalitat que datan del 2012. Después de la última violación en grupo en Badalona en que la víctima y los agresores son adolescentes. Campuzano afirmó que “no es el momento” de debatir sobre un cambio “legal y pidió una respuesta “clara y contundente” desde el ámbito social y educativo. En este sentido también pidió la corresponsabilidad de los padres. (Efe). El resto del escrito nos viene a decir que todo es fuegos artificiales.
Xavier García Albiol, recientemente elegido alcalde de Badalona ha dicho sin tapujos que es necesario modificar la ley del menor para rebajar la edad penal después de la última violación en grupo en Badalona. Albiol ha advertido que la legislación actual “no refleja la evolución que ha sufrido la sociedad en los últimos años, mis trece años no son los de los chicos y chicas de ahora…Están cayendo en una dinámica de absoluta libertad para hacer lo que les plazca”.
María Pérez Chinchilla, doctora en Sicología y Sexología, afirma “que no la ha cogido por sorpresa las noticias que hablan de menores de 14 años que ofrecen a sus amigos sus chicas para que las violen”. Sigue diciendo: “Más que sorprendida, muy angustiada”. Continua: “Ya hace muchos años que alertamos que estas agresiones sexuales en edad tan precoz irán a más si no se aborda el problema con seriedad”. Las informaciones que le llegan a la sicóloga de Badalona son: “como una crónica anunciada”. Tampoco no le sorprende “por muy terrible que sea que al menos cuatro de los menores identificados habían participado con grupos distintos en diversas violaciones. Esta es la prueba de que las cosas no se hacen bien”. “Esta lacra no se acabará”, dice la sicóloga, “hasta que abordemos con seriedad todo lo relacionado con la educación sexual”. ¿Qué hacen los adultos al respecto? Por lo que dice la doctora: “prácticamente nada…Basta con mirar los programas electorales para darse cuenta que ninguno dedica más de cuatro líneas, es necesario activar programas específicos para ellos”.
La sociedad en general es consciente que las violaciones en grupo empezaron a verse en hombres adultos para descender hasta los menores de edad. Es un diagnóstico correcto que no se sabe cómo corregirlo porque esencialmente es un problema espiritual que no se sabe cómo afrontarlo. Las autoridades “son servidores de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme, porque no en vano llevan la espada, pues son servidores de Dios, vengadores para castigar al que hace lo malo” (Romanos 13: 4). Las autoridades que tendrían que castigar severamente a los violadores miran hacia otro lado esperando que el tiempo se encargue de solucionar el problema. Lo cierto es que se ha convertido en una metástasis cancerígena que no tiene cura.
Dios ha constituido a las autoridades no para que sean reformadores morales, sino para castigar a quienes hacen lo malo y premiar a quienes hacen el bien. Si las autoridades cumpliesen bien con su cometido no temblarían ante el crecimiento de la extrema derecha y del populismo, ni pensarían en cordones sanitarios para frenarlos, porque brillaría la justicia.
Por el otro lado la Iglesia se equivocó al no tener en cuenta lo que Jesús le dijo a Pilato: “Mi reino no es de este mundo, si mi reino fuese de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuese entregado a los judíos, pero mi reino no es de aquí” (Juan 18: 36). A partir del siglo IV cuando se terminaron las persecuciones contra los cristianos y el cristianismo se convirtió en religión reconocida por el Estado, el maridaje con el Estado precipitó su corrupción doctrinal. Poco a poco los clérigos fueron ocupando cargos públicos hasta hacerse dueños de las naciones, imponiendo sus decretos en las autoridades que son servidores de Dios para castigar a los malvados y premiar a los que hacen el bien. La espada la pusieron al servicio de la Iglesia no para castigar a los malvados sino para matar a los reformadores que Dios levantaba para que se reformase. De perseguida pasó a ser perseguidora de quienes no comulgaban con sus doctrinas heréticas. Hoy la injerencia de la Iglesia en las autoridades establecidas por Dios no es tan notoria, pero sigue ejerciendo influencia para que las leyes que se aprueben sean favorables a sus intereses. Es por eso que un amplio sector social no la mira con buenos ojos abriendo la puerta al anticlericalismo.
Volvamos al tema de las violaciones grupales cometidas por menores. Si la Iglesia dejase de buscar los privilegios del Estado y concentrase todas sus fuerzas a regresar a la esencia del cristianismo apostólico se liberaría de todas las sandeces doctrinales y de la fanfarria ceremonial que le acompañan y se convertiría en sal con todas sus propiedades preservadoras de la corrupción. De hacerlo se frenaría la amoralidad de nuestros días haciendo que la sociedad fuese más justa. La Iglesia necesita desprenderse del papado y permitir que sea Jesús la Cabeza que la gobierne.
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