Canarias autoriza el asesinato de perros, gatos y hurones sin dueño o libres (el tecnicismo que utilizan para condenarlos a muerte es "asilvestrados") hasta que en septiembre se implante la Ley que ya no permitirá asesinarlos. El valor de una misma vida y la categoría de que sea crimen o no arrebatarla depende de la disposición final de un Real Decreto en forma de plazo. Y de la suerte o desdicha de la víctima de ser localizada por los escopeteros antes o después de su entrada en vigor.
Claro, que desde el gobierno canario esto lo califican de otra manera y que así no desentone con la nomenclatura para matanzas ya normalizadas, de tal modo que lo llaman "caza menor".
¿Se imaginan que cuando en 2007 se aprobó en España la Ley que prohibía pegar a los hijos, entre que salía y no salía publicada en el BOE, en alguna Comunidad se autorizase expresamente a partirles la cara de un buen bofetón? Ya, ahora aparecerán los que siempre se escandalizan con estos paralelismos afirmando que en ese caso se trata de niños. Sí, efectivamente, pero en todos ellos hablamos de violencia, y además en la piel de estos perros, gatos o hurones con resultado de muerte.
Los cazadores, como no podía ser de otro modo y les dicta su acostumbrada agresividad y bajeza, felices de poder asesinarlos legalmente. De forma ilícita ya lo venían haciendo en no pocas ocasiones y esta es una reivindicación permanente desde ese mundillo de plomo, cuchillos, sogas, cebos envenenados y jueces levantando cuerpos de humanos. Conviene recordar también que buena parte de esos perros y casi todos los hurones que van a reventar a tiros por no ir acompañados de un humano son “excedentes” de la caza. Cuando ya les resultan inservibles para su cruento pasatiempo los sueltan en el mejor de los casos. Otras veces se los llevan por delante.
Los cazadores aprietan el gatillo y hunden el acero. Ellos disfrutan haciéndolo. Eso les convierte en gentuza muy peligrosa. Ciertos políticos alientan y blanquean esas masacres, lo que además de peligrosos les lleva a ser inductores y cómplices.
|