He tenido la oportunidad de convivir en estos días con tres generaciones. Veinteañeros, cuarentones y setentones hemos hablado de lo divino y de lo humano. Pero apenas nos hemos referido a los comicios realizados hace tan solo una semana.
Estoy convencido que hoy se hablará más del fichaje de un tal Kylian Mbappé o del resultado del primer Madrid-Barcelona de este año. Estoy seguro de que si el equipo femenino de futbol de España saca unos buenos resultados en el mundial, se echaran a la calle los y las aficionados-as a celebrar sus resultados. Y de las elecciones, ni acordarse.
Esta situación me hace pensar que la sociedad española ha superado las exageraciones y las ansias de poder de los políticos. Aunque las ideas están bastante polarizadas, el trasnochado mensaje que transmiten sus defensores, no alcanza la rotundidad y el liderazgo que enardezcan las masas.
Me parece que esta coyuntura representa una buena noticia para todos. Tan solo una minoría de adeptos incondicionales manifiestan exageradamente las filias y las fobias. Me parece que esto demuestra una madurez como país.
Así que, aceptemos con resignación y un tanto de esperanza el gobierno que salga de las distintas componendas que se organicen, y a ver en que queda esto. Se aproximan declaraciones de “donde dije digo quise decir Diego” y “ande yo caliente y ríase la gente”.
Lo que está bastante claro es que esta situación no nos va a llevar a enfrentarnos los unos con los otros. Esto es una buena noticia. Para ser felices tan solo nos falta que llueva.
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