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La investidura como remedio

Antes de decidir el resultado de esta, se conocerá la situación para que los partidos políticos decidan, a la vista o con apaños ocultos
José Luis Heras Celemín
sábado, 5 de agosto de 2023, 07:59 h (CET)

Para España y para el PP, los resultados 23J son mejores que la mayoría absoluta o la del tándem PP-Vox que auguraban las encuestas. Con mayoría absoluta, Feijóo debía administrar lo que se encontrara, sin más. Con Vox al lado y las ayudas que aparecieran, debía hacer algo parecido, peor y más difícil. Con los 137 diputados que tiene solo debe hacer lo que conviene. Sin la urgencia de mayoría absoluta pero con las servidumbres de un gobierno en minoría atento a la realidad y a sus circunstancias. Es necesario aprovechar esa supuesta debilidad, que no es tal, e ‘ir a por todas’. Poniendo a ciudadanos y partidos políticos ante la obligación que tiene cada uno. Sin conocer la composición de la Mesa del Congreso y sin ayudas.


No se trata de conseguir la investidura como principio, es mejor usarla como remedio. Para ello, antes de pedirla, hay que contar lo que hay, a qué se debe, quién o quiénes son los responsables, marcar deudas a la sociedad y ver cómo los responsables van a restituir y reparar daños. En unas horas, un día o en el tiempo que haga falta. Desde la Tribuna del Congreso de los Diputados. Sin reparo a denuncias y escándalos, por muchos y sonados que sean. Ni miedo a efectos políticos y consecuencias penales o económicas contra quien sea. La economía nacional, tangible, importa, pero no esconde los intangibles que no se miden en dinero. Desde esta óptica, hay que evaluar a todos: Presidencia de gobierno. Vicepresidencias. Ministerio por ministerio. Institución por institución. Partidos políticos, solos o coaligados. Grupos sociales. Incluso persona a persona. Con mayoría absoluta, el gobierno debe gobernar; con 137 diputados, además, ha de buscar razones y motivos antes, incluso, de exponer un programa de gobierno, con el acuerdo de algunos, para todos.


A estas alturas, con una democracia asentada, para conseguir un nuevo gobierno, acorde al 23J, hay dos opciones: Cartas arriba, realidad total ante todos para adultos. O contactos discretos entre políticos, para tapar cuestiones reservadas, acaso inconfesables. “Al pueblo se le esconderá lo máximo posible de la sórdida negociación entre chantajistas y chantajeados. No conviene que la víctima advierta que lo es ni en qué medida” - escribía Tortella en el diario El Mundo -. O, lo que es igual: Democracia progresista hacia adelante Feijóo-PP, frente al retroceso dictatorial, o casi, de Sánchez-PSOE con o sin añadidos.


Una vez lo anterior hecho, acentuando lo importante, es momento para exponer un programa de gobierno. Con el PP solo y con las ayudas que surjan. Contado sin tapujos lo que pueda haber pasado en asuntos conocidos, Feijóo, ante La Moncloa, puede descartar y mostrar a buscavidas, trileros o mentirosos, por lo que puedan haber hecho: Pandemia, con Estados de Alarma justificados en una Comisión de expertos, que no hubo. Muertos sin contar o mal contados. Comisiones y chanchullos con beneficios y beneficiarios. Guerra de Ucrania y lo que pueda habe alrededor. Compra de gas ruso. Opacidad en las relaciones con Marruecos, Argelia, Frente Polisario, en las órbitas USA, Israel, Pegasus a espaldas del Congreso. Déficit público. Prima de riesgo. Deuda externa, interna; y hata la media pensión vasco-catalana a costa del erario.


Un programa, proyecto-esquema, de acción nacional. De todos y ante todos. Para hacer frente al futuro y encajar en él, de acuerdo con la ley, a todos y a cada uno de los grupos y personas nacionales.


Si, vista la realidad y calificación de actores, se justifica un programa de gobierno, y se consigue la investidura, bien. Si no, con el panorama a la vista y con los actores retratados, la situación frente a una repetición de elecciones generales es distinta y mejor. En el plano político, el electorado conoce a los actores y ofertas, libre de la propaganda institucional, los ‘aló Presidente’ del pasado y el adorno con fondos públicos de figuras amortizadas. De la misma forma, el ciudadano puede decidir qué hacer o en quien confiar en lo importante: Integridad nacional. Paz social. Economía. Trabajo. Ayuda social. Pensiones. Educación. Defensa. Situación España en Europa, ONU, Otan, etc.


En cualquier caso, antes de decidir el resultado de la investidura, sola o múltiple, se conocerá la situación para que los partidos políticos decidan, a la vista o con apaños ocultos. Después toca turno al electorado. Puede que en su pretensión de investidura Feijóo no consiga un Gobierno fuerte para encarar la situación; y que las siguientes investiduras, si existieran, obliguen a repetir elecciones. No habrá gobierno, fuerte o débil, de un signo u otro. En su defecto, se habrá constatado la realidad, visto a los actores como son desde la Tribuna del Congreso de los Diputados, aprendido la lección con los demócratas que conviven al lado. Y usado la Investidura como remedio.   

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