Somos unos dignos herederos de aquellos pueblos romanos que acallaban sus necesidades por medio de la comida y la fiesta. En tiempos más cercanos se acuñó también la frase: “pan y toros” como un ejemplo de una manera de gobernar y de vivir. Desgraciadamente, lo de los toros tiene un corto recorrido, dado que a las mentes pensantes les ha invadido un desmesurado amor a los animales.
Los miembros del “segmento de plata” somos de naturaleza fiesteros. El acercarnos a la última etapa de nuestra vida, nos lleva a estrujar los momentos de felicidad y de encuentro con los familiares y amigos. Aquí, en Andalucía, empalmamos las navidades con el carnaval, la Semana Santa, las romerías, las fiestas de cada ciudad y vuelta a empezar.
Antaño las ferias se organizaban para el comercio rural, el trasiego de los diversos productos del campo, la compraventa de ganado de todo tipo y, como no, para gastarse los escasos beneficios obtenidos en francachelas de todo tipo.
Hoy han cambiado mucho las cosas. Con lo que te cuesta una cena en el real se podía comprar una yunta de bueyes en los primeros años del siglo XX. Con el importe de un tíquet para una atracción de la feria actual se podía pagar en mi juventud una comida familiar en Casa Pedro.
Los mayores siempre han esta ahí como protagonistas. En este aspecto la sociedad siempre se ha portado bien con ellos (ahora con nosotros). Recuerdo con nostalgia aquellos años en que colaboraba con Juan Petesa en la puesta en marcha de aquel “Oasis Juvenil” en el que se acogía a los mayores dentro de la feria para su esparcimiento. Se les daba una opípara cena y la oportunidad de bailar hasta que se hartaran. Finalmente se elegían los abuelos “mister and miss” de la noche y al autobús. Por cierto, ya aparecían por allí los políticos para salir en la foto.
Gracias a Dios esta costumbre no se ha perdido. Como continuación de aquel “Oasis” se viene montando el “Rengue”, con la misma estructura y fines. Ni se me ocurre aparecer por allí. Estoy en edad y condición de que me elijan rey de la noche. ¡Quién me ha visto y quién me ve!
Sigamos con la fiesta. Pero un poco de cordura entre una y otra.
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