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Racionales en el absurdo

​Se haga uso de ella o no, en mayor medida o sólo de manera eventual según los arrestos individuales; esa potencialidad racional nos define
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 18 de agosto de 2023, 09:54 h (CET)

Se haga uso de ella o no, en mayor medida o sólo de manera eventual según los arrestos individuales; esa potencialidad racional nos define, es un activo de encendido variable para los seres humanos. Lejos de tratarse de una entidad con dimensiones fijas, la razón es susceptible de manifestarse a través de manifestaciones inesperadas, cuyas intensidades escapan a la perspicacia de los individuos. Con el porqué o sin él, tras los efectos químicos o del flujo espiritual, quizá de manera absurda o quién sabe de otras motivaciones; nos encontramos aquí RAZONANDO. Mucho se continuará hablando de estas prácticas y sensaciones, bregando con elocuencias dispares entre conclusiones equívocas y engaños demostrativos.


En los primeros lances nos topamos con una diversidad de rangos ilimitados, ni las mentes ni los cuerpos son permisivos en cuanto a las fijaciones, el carrusel marcha a toda velocidad. Además, todo eso queda en letra pequeña cuando lo ponemos en relación con el maremágnum del resto de acompañamientos y sus cambios acelerados. A la hora de la verdad, de qué estaremos hablando, cuando no damos abasto ante la acumulación de variantes y novedades. Pero se trata de un panorama inevitable, nos desenvolvemos entre esa HETEROGENEIDAD, no sólo presente, sino en vías de incrementarse. Partimos desde esa amplitud en el intento de enhebrar algunos hilos sensatos y tranquilizadores.


Según se mire. ¡Asombro total! El cómo y el dónde miremos suele ser definitorio en gran parte de nuestras venturas y desventuras. Aunque miremos sin rumbo o permanezcamos enceguecidos por la maraña de pasiones y circunstancias. Las numerosas exigencias de la vida, plagadas de enigmas sin resolver y sin ningún agente para las actuaciones de cara al futuro, inducen al anclaje del pensamiento en esa resignación en torno al misterio inabarcable. En el ejercicio de esos enfoques se incrementa la presencia de los ABSURDOS, dado que por ningún recoveco aparece un sentido claro. Las culturas del momento tampoco se muestran efectivas para impedir la intuición o las posibilidades de mejores alternativas.


Da la impresión de una obcecación curiosa, de tanto ponerse a pescar con una ansiedad inusitada, nos hemos olvidado del pescador, de sus deficiencias, de sus cualidades, de sus necesidades. Unas veces por centrarnos en el uso de sus artilugios, absortos por sus logros ocasionales, trivializando todo lo demás. Hasta que de pronto caemos en la nueva percepción, los sucesivos absurdos nos acogotan, cambios de corriente, ventiscas, azares y torpezas. Las alternativas foráneas no pasan de simples fenómenos. El engarce orientado desde la MENTALIDAD de ese pescador en esos momentos, configura un comportamiento determinado, encajando responsabilidades y consecuencias, afectos y desafectos; aparecen los fundamentos.


Las cuestiones se agrandan en cuanto nos afectan, es impresionante, avanzamos con las averiguaciones y nos adentramos en mundos ilimitados. Si pretendemos precisar las relaciones con el Universo, ya me dirán, apenas intuimos los contactos, lejos de las esencias. En los niveles minúsculos, los hallazgos no impiden la fugacidad de las partículas y conexiones. Tampoco en lo corporal dominamos sus patentes caracteres físicos y menos todavía los mentales. Ubicados entre las INMENSIDADES se comprende mejor el crujido impertinente de las prepotencias orgullosas; y se añora el pensamiento modesto capaz de adaptarse a la verdadera realidad existencial, esa fragancia de las pequeñas relaciones a nuestro alcance.


Son tantas las peripecias, nos sacuden desde cualquier ángulo, con artimañas insospechadas e intrincadas; que ponen a prueba los recursos disponibles. Hacemos esfuerzos investigadores, pero las averiguaciones se retrasan o son insuficientes, con las grandes incógnitas atenazando las mentes. Las comprobaciones, aunque estén sujetas a futuros descartes, nos permiten apoyos consistentes por el momento; constituyen un bagaje imprescindible para el progreso. Ahora bien, sus exageraciones nos conducen a los POSITIVISMOS intempestivos, por que su saber es sólo pasajero, son intolerantes, tienden a su aislamiento con respecto al resto de percepciones, y sobre todo, por su arrogancia frente a los influjos del misterio común.


Quizá sea cosa de todos los tiempos, acentuada eso sí, por los procedimientos empleados en la actualidad. Me refiero a esa capacidad de los aventajados de dirigir a los demás, incluso de disponer de seguidores acérrimos; sin que medie una justificación razonable. Los grandes montajes económicos se perfilan con muy escaso interés por la masa social. Incluso las ideologías colaboran en este nefasto desdén. Las modernas redes tecnológicas de enormes impactos sociales e inteligencias, se alejan de las consideraciones concretas de los individuos. Ocurre algo similar con los legisladores y gestores políticos. Quedan reflejadas demasiadas ELITES DEGRADANTES, representan un reto mayúsculo de cara al verdadero progreso.


De lo anterior se infiere la importante correlación entre los conocimientos y el poder de quienes los detentan. Los que saben más, con poderío sobre los menos preparados. En esta realización suele introducirse una cuña inquietante, centrada en la calidad y cualidades de los saberes acumulados y sus entresijos. Con frecuencia no son beneficiosos para la mayor parte de la gente y, aún siéndolo, dependerán de como sean utilizados. En este proceso complejo, junto a buenas orientaciones, surgen complicaciones, intenciones ladinas y maquinaciones perversas. Por consiguiente, los EMPODERAMIENTOS adolecerán de sus múltiples factores constituyentes. Desandar el trayecto resulta enrevesado, sino impracticable.


Si nos ocupa el aturdimiento, quedamos desprotegidos, acabaremos en las fauces de los maniobreros depredadores, tiene su lógica. No importa tano si hemos llegado a ese estado por mala suerte, necesidad, estupidez o simple ignorancia, el resultado será demoledor. El absurdo se agranda por la falta de respuesta de quienes dejan aparcada su dignidad resolutiva. Desde pequeñas decisiones a las de mayor enjundia, retan a los individuos, sin excepciones. La respuesta digna requiere de un análisis CRÍTICO en todos los niveles, digamos que sería el primer signo de su activación personal, desvelando tapujos impresentables, valorando las proposiciones, para elegir las opciones de forma coherente.


Es necesario contar con las dificultades y procedimientos viciados, porque de todo hay. Sin embargo, el horizonte permanece abierto a las enormes POSIBILIDADES factibles, dificultosas o ignoradas. Las diversas actitudes individuales o colectivas, se enriquecerán mutuamente, con esa capacidad decisoria implícita, que puede modificar sensiblemente los rumbos y las previsiones.

Las renuncias se acoplan excesivamente con la pasividad; si alguna es solvente por sus razonamientos, en la medida de su incremento, anulan a sus protagonistas. Aunque la actividad no se libra de su alta cuota de aventura, ese arrojo u coraje, son necesarios para mantener la PRESENCIA personal. Sin esas presencias desaparecen los pretendidos significados, dejan el paso libre a los absurdos.

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