La semana pasada hemos tenido la satisfacción de presentar nuestro libro "Sahara marroquí más allá del Sahara Occidental" en Buenos Aires, en presencia de Fares Yassir, representante del Rey Mohammed VI en Argentina.
"La propuesta por cierto atractiva nos ayudó a comprender los antecedentes y el estado de situación actual que tiene el conflicto territorial cincuentenario existente entre el Frente Polisario del Sahara occidental y las fuerzas marroquíes", escribió en su columna el escritor argentino Luis Alberto Mello. También recordó que durante varios siglos el continente africano fue un bastión del colonialismo europeo, donde estuvieron presentes todas las potencias del viejo continente.
Pero es durante los siglos XIX y XX donde afloran las disputas territoriales entre las potencias y los africanos que se rebelan ante la explotación y el sometimiento de toda naturaleza que padecen sus pueblos y no pocas veces en las disputas se enfrentan grupos locales entre sí apoyados por las armas colonialistas, dado que las fronteras se determinaron en forma arbitraria y conforme los intereses de los países europeos.
Mello recordó, en un paralelismo con nuestra América Latina, que también la corona española estableció virreinatos e intendencias varias, a fin de poder administrar sus vastos territorios en el nuevo mundo, límites que en algunos casos aglutinan culturas y parcialidades medianamente homogéneas mientras, que en otros casos, los arbitrarios límites los separaban. Por ejemplo, el pueblo mapuche estaba dividido a un lado y a otro de la cordillera de los Andes.
Entonces, si en nuestra América dominada mayoritariamente por un solo reino, desde siempre existieron problemas limítrofes, cuanto más razonable es que en el continente africano las divergencias fueran mayores, pues los intereses coloniales estaban representados por varias naciones, determinándose como se ha dicho durante el coloniaje fronteras artificiales conforme el poderío y antojo de las potencias ocupantes.
Al igual que el resto del continente africano, Marruecos también fue dividido arbitrariamente y disputado por las potencias europeas, en especial Alemania, Francia, el Reino Unido y España, país que todavía le usurpa los enclaves coloniales de Ceuta y Melilla sitas en el norte marroquí sobre la costa africana del mar Mediterráneo.
El reino de Marruecos vuelve a lograr su independencia recién en el año 1956, pero a partir del año 1973, parte de su territorio que durante el coloniaje era conocido como el Sahara español, es reivindicado por el partido del Frente Polisario paradójicamente integrado desde su nacimiento por ciudadanos de Marruecos.
Esta organización político militar, durante la guerra fría fue apoyada por Moscú y financiada por Argelia, país que geopolíticamente necesita contar con una costa sobre el atlántico o bien un corredor que le permita acceder al mismo. Ante este dilema, no tuvieron mejor idea que utilizar a las fuerzas insurgentes de marras para impulsar un movimiento separatista en el Sur de Marruecos. Aunque el Reino de Marruecos haya propuesto un plan de autonomía al territorio, con respaldo de la comunidad internacional, los separatistas siguen insistiendo contra toda lógica en sus pretensiones rayando el ridículo.
Es natural, considerando los intereses creados por las malversaciones de ayuda humanitaria internacional y el despilfarro digno de mejor causa que ha hecho Argelia en el tema. Solo resta esperar que llegue el día en que las razones históricas, políticas y económicas se impongan a los contubernios diplomáticos que perpetúan este conflicto en el desierto marroquí. LAW
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