Ha salido la noticia de que los restos de cuatro personas fusiladas durante la guerra civil van a ser exhumados para que los familiares puedan enterrarlos en el sitio que consideren oportuno. La constitución española lo recoge, el querer enterrar a sus parientes en un sitio cerca y conocido, es lógico, el que se alegren todos por haber conseguido la exhumación de los restos de las personas que lo han solicitado, también es normal y el auto sienta jurisprudencia, es decir que acogiéndose a esta sentencia pueden otros muchos casos análogos, solicitar lo mismo.
Han pasado dos o tres generaciones como en el caso que nos ocupa, parece que son los nietos quienes han solicitado la exhumación de los restos.
Dejando a un lado la parte sentimental, que ahí cada uno puede pensar o sentir lo que quiera, buscar de entre los 33000 restos humanos que parece ser hay enterrados allí, para hacerles la prueba del ADN, por mucho que quieran focalizar el sitio donde se encuentren ubicados, ¿no parece ser más una cuestión política que de amor filial?
He tenido la suerte de convivir con mis abuelos durante más de 25 años, quiero decir con ello, que el roce hace el cariño, y jamás se me ocurriría desempolvar sus restos para llevarlos de un sitio a otro, como si se tratara de un cuadro que cuando te cansas de verlo en la misma pared lo colocas en la de enfrente, ni que decir tiene, que si no los hubiese conocido, mucho menos.
Considerando fríamente la cuestión y a riesgo de que se me considere materialista, cosa que no soy, cuando nuestros seres queridos nos abandonan, ya sea de forma natural o violenta, como en estos casos, los llevamos siempre en nuestro recuerdo, junto a nosotros, podemos orar por ellos e incluso hablar, aunque no tengamos respuesta, sin necesidad de andar moviendo, aireando y trasladando algo que ya no tiene sentido y haciendo un gasto que podría evitarse. Claro que si hablamos de gastos los primeros recortes que deben hacerse son la financiación de los partidos políticos, duplicidad de cargos públicos, etc., etc., pero eso es ya otro tema.
El exagerar el sentimentalismo como reacción contraria y pretenciosa a una historia cainista, lo considero muy demodé, de política rastrera, de querer borrar la historia tal como ocurrió, bien es verdad que la guerra civil española fue la etapa más dolorosa y negra de nuestra historia más reciente, murieron, mataron y fusilaron de todo tipo y condición, culpables e inocentes, con ideas y sin ellas, fueron tres años sangrientos que conviene no olvidarlos para que no se vuelvan a repetir.
La tan cacareada memoria histórica convendría dejarla descansar en paz junto a los restos que cada cual tenemos, lo mismo que hicieron los llamados padres de la constitución española de 1978, pero….esos eran políticos de mayor altura.
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