Sánchez repite la mitad de las cosas que hizo Franco. ¿Por qué imitará tanto un autócrata a un dictador? Vamos por partes.
El bien y el mal existen, si alguien lo duda, que pregunte a Sánchez que, como decía J.R.R. Tolkien, “camina en las tinieblas porque no ha visto que llegaba la noche”. Por eso imita a Franco, pero sólo en su mitad más negra.
¿Recuerdan? Bueno, esto es solo para los que tenemos más de 60. Solo algunos ejemplos: La “ley de memoria democrática” es una copia adaptada de la “ley de responsabilidad política” que dictó Franco, pero sólo en las penas que imponen a quienes no piensan como ellos. ¡Qué afición tienen a castigar!
Los discursos de Sánchez muestran rasgos, guiños y tics de los que usaba Franco en sus discursos. El exhibicionismo del que hace gala, es parejo al que hacía el otro en sus apariciones. Uno bajo, el otro alto, pero las semejanzas no faltan en sus poses actuando. Decretazos, gana el sanchismo al franquismo.
Recordamos, los que tenemos años, cómo nos requemaba que Franco vertiera dinero, empresas, desarrollo, polígonos industriales y toda clase de ayudas a Cataluña, allá por los años 50 – 60, mientras el resto de España trabajaba duro y seco para soportar aquellos excesos unidireccionales. Hoy tenemos copia imperfecta y mucho peor, de aquello; para Sánchez, como para Franco, Cataluña es prioridad en todo, a costa del resto de España.
Franco construía pantanos, Sánchez los destruye en España; claro que aporta sustancia para que se construyan, pero en Marrueco ¿su patria querida?
Franco controlaba todos los organismos del Estado, algo necesario en tiempos post-guerra pero que fue dejando poco a poco. Hoy es justo lo contrario, con gran disimulo a veces y otras a la brava, el monclovita va controlando y sojuzgando casi todos, y eso sólo en 5 años. ¿Tendremos copia también de Stalin, Fidel Castro, Maduro y el Norcoreano en los próximos años? Todos autócratas, nada extraño.
El gallego logró sacar de la miseria a España, ponerla a producir y lograr un interesante desarrollo. Igual que el madrileño que destruye el campo, eleva los impuestos para hundir en la miseria y se proclama progresista para poner a España a la cola de Europa. Progresamos en rabo.
El desorden, la total inseguridad en las calles y hasta en las casas, son hoy lo más visto, lo corriente, lo admitido, lo que al gobierno no le importa en absoluto y el mayor sufrimiento de la población española, en particular las mujeres y las niñas. ¿Se supone que eso es parte importante del feminismo gubernativo y su perspectiva de género en todo y para todo? Los viejos recordamos la total seguridad que existía en las calles de la España de los años 50, 60, 70 del pasado siglo; claro que eso ya queda muy lejos...Hoy estamos en el progresismo, o sea, progresar en ocupas, en inmigración ilegal descontrolada, en delincuencia, en violaciones, en robos, en corrupción, en paro sobre todo juvenil, en imponer ideología LGTBIQPA+ con sus variantes tales como: sí es sí, trans, pederastia, anti-mujer, y otras muchas delicias similares; enorme progreso en inseguridad.
A la España igualitaria Sánchez acaba de plantearle su propio invento: "La España multinivel", ¡es genial! Es el gran descubrimiento que ha sacado de las tinieblas en las que camina. No es invento ni siquiera descubrimiento, es una simple descripción fidedigna de lo que ya ha logrado: La España cuatro niveles.
El primero, superior e inalcanzable sin su mano, es el gobierno y todos los cientos de miles de sus lacayos, sus colocados, sus bien pagados.
Segundo nivel lo forman los ricos de siempre y los promocionados por la política sanchista. Hay más ricos que nunca antes y el gobierno les anuncia más impuestos que nunca llegan a cobrarse.
El tercer nivel somos todos los demás expoliados a niveles de miseria, los que ya eran pobres más la clase media empobrecida; los que mendigaban y los que no llegan a fin de mes; los que tratan de compartir, como los abuelos con sus hijos y nietos, y los que comparten su miseria con las colas del hambre que se alargan cada día. Este nivel, que es el más numeroso con gran diferencia, no inquieta al gobierno, cuenta con él porque está ahí, pero nada más porque no necesita ni presupuesto ni otra acción de gobierno, basta dejarles morir de asco.
El cuarto nivel, que se sitúa dentro del tercero pero que es especial porque tiene dos componentes que el gobierno se ocupa de nutrir por su propio interés. Un componente son los depredadores tanto sexuales como de pisos, de lo ajeno y de la paz y seguridad callejeras; este colectivo aumenta en muchos miles cada año por el sistema de importación. El otro componente son las depredadas, los expoliados y los niños del tercer nivel que son víctimas de los mencionados depredadores.
España, el país de ciudadanos desiguales, "va como una moto", ¡Pues claro! es la España de Sánchez para los niveles uno y dos. 34 millones de personas, sin verano ni veraneo, pero asados y deprivados; comida, casa, hipoteca, gasolina, renta, créditos, niños, escuela, precios, etc. etc. No queda para veranear, pero no lo dicen las TVs, que sólo muestran playas llenas, chiringuitos con cola, viajes, aviones, maletas,... todo de los niveles 1 y 2 más los extranjeros. Eso se exhibe a bombo y platillo, parece que toda España está ahí. Los medios de desinformación viven para los niveles uno y dos. El sanchismo va como una moto y los ricos son la mejor prueba de ello.
34 millones de españoles no solo no tienen para veranear, no tienen para vivir. Pasan el verano al retestero y el invierno a la sombra. Eso al gobierno no le preocupa, ni siquiera le ocupa; no le importa ¿? y por ello no lo informa. El desprecio y abandono totales para esos más de 34 millones de españoles ¡Y muchos de ellos han votado sanchismo! Demencial.
La España multinivel de Sánchez tiene dos niveles que cuentan y otros dos que no le interesan. Él simplifica para ir como una moto en la que lleva al Tribunal Constitucional, a la fiscalía del estado, al pudremón, a bildu, unos cuantos más y arropado con besos de la Yoli ¡Olé la autocracia sanchista! No hay duda con cuál quedarse si pudiésemos elegir.
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