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Opresiones libertarias

Las libertades sin control generan agresiones degradantes
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 13 de octubre de 2023, 09:38 h (CET)

La ignorancia no tiene porqué ser perniciosa, son muchas sus modalidades, de consideraciones diversas a tener en cuenta. Estamos afincados en ámbitos rodeados de misterios inescrutables. El interés puesto en la adquisición de mejores conocimientos es desigual, así como las diferentes capacidades para las investigaciones. Habrá por tanto ángulos CIEGOS originados por la misma naturaleza de las cosas, afrontarlos de la mejor manera posible será nuestra tarea. La cuestión se complica cuando las actitudes humanas entorpecen la búsqueda de claridades por sus procedimientos torpes. Asombra la frecuencia de actuaciones netamente orientadas a la mayor ofuscación de las personas.


Con razón insistía Eduardo Chillida en prestar atención a la amplitud de miras, la cerrazón siempre suele abocarnos a los rasgos degenerativos; en esa línea, propugnaba la necesidad de los horizontes, aunque en realidad no existan como entes bien definidos, son imprescindibles para nuestra vitalidad existencial. Vienen a representar la repulsión por los falsos encorsetamientos que suelen acogotarnos, tanto en las relaciones sociales, como en las cuitas surgidas en el interior de las diferentes maneras de pensar. Las actitudes APERTURISTAS nos ayudarán a descubrir las numerosas tramas oscurantistas, con el afán permanente de activar la existencia personal.


No cabe duda, la imaginación es una de las potencias de cara a la creatividad, ella permite idear nuevas estrategias para afrontar las penurias cotidianas. En esa línea aparecen proyectos de diverso calibre. Para los retos sencillos serán suficientes ligeras adaptaciones novedosas; en la medida de sus complicaciones exigirán mayores esfuerzos de la mollera. Hasta llevarnos a pensar en soluciones de difícil alcance, que pudiéramos denominar UTOPÍAS proyectivas, algunas de ellas totalmente irrealizables, al menos según los conocimientos actuales. Aún así, todos reconocemos el valor estimulante de dichas concepciones. Con el cuidado especial de no tomarlas como baluartes inamovibles.


Como no podemos permanecer en el limbo de la indecisión permanente, se impone la búsqueda de asientos conceptuales para establecer las actuaciones pertinentes. La ciencia pretende conseguirlos por medio de comprobaciones. La sensibilidad, a través de las percepciones. En ambos casos asistimos a logros MOMENTÁNEOS de muy diverso calado. La exageración de sus magnitudes y características acogotan a las personas, dado que no abarcan todas las dimensiones de cada uno de los individuos. El cientifismo tiránico suplanta a la propia naturaleza de las personas. Por otra parte, el negacionismo de sus aportaciones se adentra en un vacío irrespirable. Las mencionadas bases momentáneas exigen su oportuna calibración.


Los avances obtenidos en toda la serie de elementos instrumentales han adquirido un protagonismo progresivo. En área de las actividades sociales, la dependencia relacionada con las maquinarias es relevante. Que si Inteligencia Artificial, precisión industrial, medios de comunicación, viajes o adquisición de conocimientos; la participación de los humanos está claramente supeditada al funcionamiento de toda una serie de posibilidades en las que está involucrada la TECNOLOGÍA. Al par de los logros impresionantes surgen rabiosos los riesgos de unos contraproducentes efectos sobre las características de las personas. Todo un reto para poder transformarlos en aportaciones ventajosas.


En ese cruce existencial de los recursos con las necesidades, de los deseos con la cruda realidad, se multiplican las versiones contrapuestas; en una mezcla perniciosa de ignorancias e imaginaciones. Los desequilibrios originados por estas discrepancias entran dentro de las situaciones naturales dadas las propiedades de sus integrantes. Ese flujo natural de las situaciones genera una inestabilidad que pudiéramos considerar como sana. El asunto se complica con la potenciación de las ILUSIONES personalizadas, desentendidas de otras similares, cuando tratan de imponerse por encima de cualquier discrepancia ajena. Es una opresión ejercida cuando se hace caso omiso de la capacidad de frenada propia.


Somos muy propensos a echar mano de la idea de las libertades propias con escasa atención a las debidas al resto de acompañantes. Por si fueran pocas las cuitas derivadas del diario avatar, las actitudes adoptadas ante el futuro incierto contribuyen al desconcierto general. A todo lo cual se suma un ajetreo acelerado acaparador de nuestras mentalidades; nos desenvolvemos en un dinamismo implacable, enemigo de las actitudes reposadas. De tal manera, se retrasa hasta la saciedad el necesario MOMENTO de PENSAR. El automatismo se magnifica, con la consiguiente desaparición de los proyectos bien elaborados y de las responsabilidades; sus malas consecuencias oprimen a grandes grupos sociales.


Suele confundirse más de lo necesario eso de sacar a colación muchos pensamientos a la vez, con la auténtica tarea de pensar con esmero un determinado asunto. Lo apreciamos en el torbellino mental de ciertos sujetos, demuestran estar activos en varias áreas del pensamiento; dicha efervescencia mental tiende a estar alejada del tratamiento adecuado de cada uno de los asuntos. Tenemos ejemplos muy recientes de comportamientos nefastos en este sentido, cuando olvidan la posición ocupada por ese protagonista en un momento concreto; actúan al margen de los condicionantes ineludibles, del estar AHÍ. Repercuten sobre los demás con la prepotencia de su posición sin analizar las responsabilidades del cargo ocupado.


Las libertades mal entendidas nos abocan a desviaciones preocupantes. Aunque sea evidente que nadie puede considerarse plenamente aislado, es asombrosa la fuerte tendencia al ensimismamiento, con actuaciones sacadas fuera de toda lógica relacional. Esa enajenada actitud prescinde de los numerosos condicionantes del estar siempre entrelazados con los restantes seres humanos y el mundo en general. Una vez adoptadas estas orientaciones devienen los comportamientos LIBERTARIOS dispuestos a ser abusivos con todo aquello discrepante. Bastará una simple oteada para comprobar la enorme difusión de estas tendencias en la sociedad actual; aunque se intente pregonar lo contrario, los hechos son demostrativos.


Las opresiones libertarias se agravan cuando sobrepasamos las meras conductas esporádicas de unos sujetos. Proliferan los mequetrefes mediocres empoderados, que desde sus POLTRONAS agrandan las repercusiones sobre el resto de personas. Vestidos de ropajes engañosos se precipitan con sus artimañas sobre todo aquel al que pillan desprevenido o sin recursos defensivos.


La vorágine de actuaciones abusivas, más o menos disfrazadas de una normativa bien establecida, adquiere dimensiones progresivas al menor descuido. El protagonismo PERSONAL es insustituible, pero exigente. La formación personal incesante no puede permitirse renuncias, que sólo beneficiarán a los mequetrefes aludidos. El discernimiento de las arbitrariedades es un imperativo vital.

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