El suicidio es una plaga que afecta a personas de todo tipo, en todo el mundo, que causa un impacto profundo en las personas que rodean al que ha padecido esta desgracia. En los países de Occidente, va aumentando el número de suicidios, y es ya una de las principales causas de muerte.
¿Qué causa ese desequilibro de una persona con su entorno, que lleva a la persona al suicidio?
Sin duda, los problemas de salud mental son una causa: depresión, ansiedad, trastorno bipolar, esquizofrenia, son factores de riesgo. De ahí la importancia de no dejar la medicación, y facilitar eso a las personas que tengan esas dolencias.
El estrés y situaciones de crisis como son los problemas financieros: la película Qué bello es vivir (1946)que empieza con el protagonista que desea morir. Me contaba un amigo de una persona que la encontraron muerta entre olivos, con una botella de brandy, congelado, se abandonó por unas deudas. Otras veces la crisis es por rupturas de relaciones: recuerdo que un chico murió en accidente de moto poco después de que su novia le dejara por otro chico. Otro chico se colgó de un árbol, poco después de que su novia se fuera con un amigo: le mandó un mensaje por el móvil, diciéndole donde estaba, en una casa de campo de su propiedad. Habrá mil causas, ligadas a una deformación de la percepción de la realidad, o a la química cerebral, como alguna chica anoréxica que se acaba quitando la vida lanzándose a la vía del tren. Recuerdo otra persona que no podía más por la falta de aceptación, suya y de su ambiente, de su homosexualidad, y también se colgó. También me contaba acoso, pérdidas significativas o traumas, pueden desencadenar pensamientos y actos suicidas. Es natural sentir rabia y enfado por no poder haber ayudado a que esa persona viera la realidad de un modo mejor... Por más que lo intentemos, nunca conseguiremos entender las razones que lo llevaron a tu ser querido a quitarse la vida. Pienso que nunca quieren hacer daño a los que aman, pero quieren dejar de sufrir, solo buscan alivio en su malestar… El suicidio deja siempre detrás de sí muchas preguntas.
El abuso de sustancias como alcohol y otras drogas puede agravar esos factores de riesgo, como también la falta de apoyo social y la soledad pues las personas necesitan esas interconexiones de sentirse queridos. También son factores de riesgo el acceso fácil a métodos letales, como armas o ciertos medicamentos.
Personas que han tenido abusos sexuales de pequeños, viven con sus demonios y no dejan de sufrir, especialmente si no lo cuentan a nadie, esos tormentos interiores. La idea de quitarse la vida es también frecuente. En la película La caída de los dioses de Luchino Visconti se ve un caso de niña suicida por ese motivo.
Me contaron de una persona atea, con una fuerte carga antirreligiosa, beligerante en el trabajo, que cuando dejó de ir a trabajar un día no pensó nadie que la causa era que se había quitado la vida. Se tiró a un pantano, pero no pudiendo morir por el lado del agua, salió sangrando y se tiró por el otro lado, mucho más alto, a las rocas. Dios sabrá qué sufrimientos lleva dentro cada persona, y no podemos juzgar a nadie, sino atender sus necesidades…
También los traumas religiosos pueden causar esas crisis, como son el sentido de culpa mal entendido, el sentirse en manos del demonio… son víctimas de la enfermedad que les lleva a ese callejón sin salida.
Hay quien se culpabiliza ante la muerte de alguien que se ha suicidado, se enfada como si aquella persona hubiera querido hacer daño a quien quería: "Ni siquiera por mí. Ni siquiera yo era una buena razón. Ni siquiera pensó en mí". Salvo casos de enfermedad grave, no conozco que esas personas tuvieran ninguna razón por la que hicieran eso, no tenían libertad y quizá tampoco responsabilidad en sus actos. “Ha sido un mártir de su enfermedad”, decía el sacerdote ante la muerte de una persona que se tiró por la ventana pensando en que era mala, que estaba endemoniada, cuando en realidad era una persona buenísima.
En esos momentos, no tienen en la cabeza lo que puede causar su suicidio, me decía un psiquiatra con mucha experiencia, todos los casos que había conocido eran de personas que no sabían las consecuencias de sus actos, sólo podían captar el descanso, un deseo de liberación, de dejar de sufrir. Así se explica que hagan cosas raras como aquella madre que dejó todo limpio y los niños bien dormidos, antes de irse de casa y matarse. No captan la realidad, sólo la necesidad de liberarse de la situación de agobio, y buscan un descanso, una liberación de su angustia, sin pensar en las consecuencias que tiene eso para los que le rodean, que necesitan de su presencia.
El estigma en torno a la salud mental hace que las personas no hablen de sus problemas, y no digamos como ha estado mal visto el suicidio,que impide que las personas busquen ayuda.
Sabemos que antes no se les enterraban en campo santo, quizá para que se les quitara la idea de al cabeza.En la película El sabor de las cerezas (1997, de Irán, del director Abbas Kiarostami) un hombre quiere suicidarse pero no puede hacerlo hasta encontrar alguien que le entierre pues va contra su religión el no enterrarse. Así va hablando con unos y otros hasta que uno se le ofrece, y le cuenta que él también quiso matarse. Se acercó a un cerezo para colgarse, pero había niños jugando y esperó a quese fueran. Mientras, fue tomando unas cerezas, una detrás de otra como suele pasar al comerlas que vienen ganas de más, y así se le fueron pasando las ganas de matarse… Sin duda, hoy día vemos que son otros los medios que hay que poner, para ayudarles a superar ese dolor insoportable.
¿Cómo ayudar a su prevención? Como en todo, es fundamental la educación, y promover la empatía y la ternura que son lo que más necesita nuestro mundo. Luego, adivinar los posibles riesgos: aunque cada persona es libre, si una persona se siente querida es más fácil que ame la vida, aunque parece que no en todos los casos, recordemos la película Mar adentro(2004) donde una persona no quiere seguir viviendo al quedarse tetrapléjica y no poder tener sexo, y defiende el derecho a decidir.
Aunque haya esta libertad de cada persona, sin duda el apoyo emocional marca la diferencia muchas veces. Me decía un enfermo de esquizofrenia que desde que su psiquiatra se había suicidado, iba buscando con quien poder hablar, y al encontrarlo había encontrado ese asidero para vivir. Escuchar activamente y demostrar preocupación pueden ser vitales.
Recuerdo con emoción otra persona que se acercó para hablar, era la tarde de Nochebuena, y me contó su triste historia, en aquel entonces vivía en la calle y pensaba suicidarse. Cuando pasó el rato, me dijo que se le habían pasado las ganas de morir, que iría a cenar al comedor social de San Juan de Dios, y que “mañana será otro día”. Las personas con problemas de salud mental necesitan acceso a ayuda profesional, pero es labor de todos poder sentir esta empatía con nuestro “prójimo”, y en aquel momento atender a esa persona, el tiempo que podamos, como si no hubiera otra cosa que hacer en el mundo. Tomar en serio sus sentimientos y preocupaciones.
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