La investigación, dirigida desde el Real Jardín Botánico-CSIC, destaca también que esta planta, conocida por sus propiedades medicinales, uso industrial y alta toxicidad, tiene una colonización más reciente a larga distancia al continente africano y al archipiélago canario.
Imagen de un ejemplar de Daphne laureola que se puede ver en el RJB. Fotografía: © Marisa Esteban | RJB-CSIC
El torvisco (Daphne gnidium L.) es un arbusto que está ampliamente distribuido en la por todos los países mediterráneos y en las islas Canarias. La secuenciación del ADN del torvisco (Dafne gnidium) y de 70 especies más ha servido para reconstruir la historia evolutiva de los dafnes. Sabemos que todos ellos se originaron hace unos 35 millones de años, llegaron a la península ibérica en distintas oleadas desde entonces, el torvisco evolucionó en condiciones muy secas como muchas especies que observamos en la actualidad (olivo silvestre, encina, madroño, etc.), pero que hace unos pocos miles de años colonizó las Islas Canarias.
A pesar de ser una planta conocida y fácilmente reconocible, porque sus hojas se utilizan para teñir lana y seda de color amarillo y su corteza se emplea en cestería y que en muchos lugares es conocida popularmente como ‘matagallinas’ porque su corteza produce una especie de resina que, al contacto con la piel o las mucosas, provoca una fuerte irritación y sus frutos, una especie de baya, son altamente tóxicos, prácticamente se desconoce su historia evolutiva.
Un estudio genético dirigido desde el Real Jardín Botánico (RJB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y publicado en Journal of Systematics and Evolution ha buscado dar respuestas a algunas preguntas como, si es una especie reciente o se trata de un endemismo antiguo, cuál es su grupo hermano y bajo qué condiciones se favoreció su especiación o cuándo y desde dónde colonizó el continente europeo o africano y el archipiélago canario.
El torvisco cuenta con una serie de características propias del denominado “síndrome esclerófilo”, como son la presencia de hojas duras y resistentes, flores poco conspicuas y frutos carnosos. Características que son compartidas por un gran número de especies de nuestra flora mediterránea tales como el algarrobo (Ceratonia siliqua L.), la encina (Quercus ilex L.), el lentisco (Pistacia lentiscus L.) y el madroño (Arbutus unedo L.).
Tradicionalmente, se ha considerado que las especies que presentan síndrome esclerófilo tienen un origen temporal que precede al clima mediterráneo, el cual se estableció en nuestras latitudes hace tan solo 2,8 millones de años. En tiempos pre-mediterráneos, la vegetación dominante era de tipo subtropical, bien adaptada a condiciones climáticas cálidas y húmedas.
El inicio de la estacionalidad con veranos secos que caracteriza el actual clima mediterráneo debió tener un fuerte impacto en nuestra flora, de modo que solamente unos cuantos linajes fueron capaces de escapar de la extinción. Sin embargo, los linajes pre-mediterráneos supervivientes parecen haber perdido su capacidad de generación de nuevas especies bajo las nuevas condiciones climáticas.
Amplio muestreo geográfico y taxonómico de la especie
En el caso del torvisco, en el estudio llevado a cabo los investigadores establecen la primera filogenia datada en el tiempo del género Daphne utilizando secuencias de ADN nuclear de 16 géneros de la familia Thymeleaceae y de 30 especies del género Daphne. Además, el estudio incluye un amplio muestreo geográfico y taxonómico dentro de la especie Daphne gnidium, con secuencias nucleares y plastidiales de las tres subespecies actualmente aceptadas (D. gnidium subsp. gnidium, D. gnidium subsp. mauritanica y D. gnidium subsp. maritima).
“Los resultados del estudio muestran que Daphne gnidium es una especie de origen antiguo que divergió de su grupo hermano hace alrededor de 4 millones de años. Esto implica que la especie estaba presente en nuestras latitudes antes del establecimiento del clima mediterráneo, sin evidencias de especiación posterior. De hecho, las secuencias de ADN mostraron bajos niveles de variabilidad genética entre las poblaciones analizadas”, señala la investigadora Cristina Ramos-Capón.
A juicio de los investigadores, este estudio no solo ilustra un ejemplo más de divergencia temprana con baja especiación posterior de los elementos esclerófilos mediterráneos, sino que tiene importantes repercusiones en la delimitación de especies y la biogeografía mediterránea. Por un lado, los autores han desvelado que el taxón infraespecífico africano D. gnidium subsp. mauritanica representa en realidad una especie genética y morfológicamente independiente que divergió de su grupo hermano, D. gnidium, hace más de 4 millones de años.
Y, por otro lado, “el análisis de los patrones geográficos de la variabilidad genética en Daphne gnidium muestra que la diferenciación dentro de la especie comenzó mucho después de la apertura del estrecho de Gibraltar, unos 5,33 millones de años, y que hubo al menos un evento de colonización reciente entre Europa y el norte de África, ya que ambas regiones comparten un mismo ribotipo. Este ribotipo compartido entre ambos continentes está también presente en las poblaciones de las Islas Canarias, lo que implica que ha habido al menos un evento de colonización reciente a larga distancia”, concluye el investigador Pablo Vargas.
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