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Lo que yo quiero, ¿lo quieres tú?

Una relación es cosa de dos, es andar juntos y superar obstáculos, pero también es no perderse y mantener los ideales y valores con los que hemos empezado
Violeta Torrejón
miércoles, 22 de noviembre de 2023, 11:50 h (CET)

Cuando empezamos una relación, todos tenemos ilusión, ganas y visión de futuro. Y es que está claro que según nuestras experiencias previas, podemos actuar de diversas maneras, habrá veces que nos genere miedo el cómo puede evolucionar dicha relación, habrá otras que, simplemente nos dejemos llevar, pero de un modo u otro debe existir algo que nos una a nuestra pareja, a esa persona que nos va a acompañar en un futuro. 


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Es cierto, que cada relación es única y que no hay que comparar nunca con las anteriores, pero siempre sabemos la razón por la que eso no funcionó. Con el tiempo se puede asimilar o entender mejor, pero hay veces que puede influir en nuestra realidad y futuras acciones. Todos arrastramos sin querer aquellos recuerdos que truncaron las posibilidades de futuro con alguien que marcó nuestras vidas.


Las rupturas nos dan sabiduría sobre qué es lo que queremos para las próximas veces si es que llegan a darse porque no es necesario ni obligatorio contar con una persona que nos acompañe en el camino, sino que es opcional. Es algo que elegimos porque nos proporciona bienestar, estabilidad o paz. Es algo que hemos buscado porque nos sentimos mejor teniendo a ese alguien que estando solos. Es algo que nos hace ser mejores con su compañía. Es algo que nos hace pensar sobre lo que queremos o no queremos. Y ahí está la clave de todo. Tener claro que no vale de nada seguir con alguien si las perspectivas de vida no son similares.


Pueden existir diferentes realidades, pero con el mismo proyecto porque ahí existe una conexión. Hay que recordar que al principio siempre las cosas fluyen, pero va pasando el tiempo y se va afianzando la relación y llega un momento en el que si queremos consolidar de verdad unos cimientos fuertes, es necesario saber si las dos personas van en la misma dirección. Hay que saber si el tipo de relación que uno lleva es la misma para el otro porque puede suceder que pasen los años y de repente, una de las dos partes vea que eso está estancado, que no va a ningún lado porque en su momento no se habló de ello. Y es que las cosas hay que hablarlas en los inicios porque no es justo que por el egoísmo de algunos, otras personas puedan perder el tiempo. Incluso, puede pasar que, otros desde fuera, lo vayan viendo o lo que es peor, que uno mismo no sea capaz de asumir que su pareja no camina por el mismo sendero sino que desde el principio, era evidente, que las rutas estuvieron distanciadas. Y cuando sucede eso, cuesta mucho aceptarlo.


Es por eso, por lo que tenemos que saber qué es lo que espera nuestra pareja de nosotros y también conocer sus miedos, sus fracasos y sobre todo sus opciones de futuro porque es muy simple parecer que uno encaja cuando apenas existen problemas pero es complicado avanzar cuando ya surgen las diferentes realidades que rodean a la relación.


Hay que sentarse a hablar, porque los cimientos se forman siendo sinceros y realistas, siendo capaces de plasmar nuestros pensamientos y entendiendo que si lo que yo quiero no es lo mismo que lo que quiere mi pareja, hay que llegar a un entendimiento mutuo, pero jamás renunciar a nuestros deseos por alguien que no está dispuesto a ceder o que está muy seguro de su camino sin tener en cuenta a la persona que le acompaña. Una relación es cosa de dos, es andar juntos y superar obstáculos de la mejor manera posible pero también es no perderse y mantener los ideales y valores con los que hemos empezado. Es ser fiel a nosotros mismos, es no dejarse llevar de manera ciega por alguien que puede no tenernos en cuenta. Una relación es pulirla todos los días y no perderse por atajos.


Todos cambiamos, por supuesto que lo hacemos. Cambiamos a medida que vamos cumpliendo años y también según evolucionamos en pareja. Pero antes de seguir con algo que no sabemos o ante lo que dudamos, es necesario sentarse y preguntarse “lo que yo quiero, ¿lo quieres tú?”. Y si no nos agrada la respuesta o no estamos incluidos en su proyecto, por mucho que amemos a esa persona, es necesario detenernos y tomar medidas, porque queremos a alguien que sí quiera lo mismo y que comparta el mismo recorrido.

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