En los tiempos actuales disponemos como nunca de adelantos sensacionales, impensables en épocas anteriores. No damos abasto para la comprensión de todos sus posibles efectos. Esta tarea ya nos plantea requerimientos importantes y nos mantiene ocupados. Sin embargo, y de forma simultánea, la congoja también impera con fuerza inusitada en amplias zonas del orbe, afectando a gran número de personas. Diría que el panorama se nos presenta retador con PENOSAS realidades, cuya extensión es preocupante. Aunque suene a paradójico, los fascinantes logros no disimulan las insatisfacciones y sufrimientos. La potencialidad adquirida no consigue mantenernos bien orientados.
Por un lado, da la impresión de que no queremos ver las evidencias, esas donde se sitúan los rasgos esenciales de la presencia humana, sus cualidades y defectos, sus angustiosas realidades. El ASOMBRO es manifiesto debido a la enorme proliferación de estas actitudes desdeñosas. Las escusas no son demostrativas, somos lo suficientemente perspicaces para saber los principal sobre bondades y maldades. Con el añadido del mal uso de una inteligencia demostrada, que no reacciona ante el mal uso de los recursos. Las insatisfacciones y los sufrimientos no acaban de ser argumentos suficientes para que cambien las tendencias. El incremento de la estupefacción no cesa.
No será por falta de estudios, proyectos, declaraciones o pretendidas resoluciones tecnológicas. Los diversos ANÁLISIS efectuados y proclamados por todos los medios parecen diluirse en unos ámbitos desconocidos. No es cuestión de una torpeza que permitiría correcciones, ese apagamiento de las supuestas conclusiones válidas, viene a demostrar algo de peores trazas. La infiltración de los hilos maléficos es notoria, falsifica las nociones, simplifica las reacciones y elimina los controles racionales. La mencionada ceguera oportunista favorece a estas infiltraciones y propende a la pasividad frente a sus despropósitos. Es más, al menor descuido nos convertimos en cómplices de cualquier desvarío.
Afrontamos una serie de situaciones cuanto menos paradójicas, en las cuales la grandiosidad de los recursos materiales e intelectuales, no impiden la enormidad de los desmanes acumulados. Estamos incluidos dentro de la madeja, pero no nos decidimos a tirar de los hilos adecuados y predominan los tirones intempestivos. Ante nuestros ojos se repiten los DESMANES con una tolerancia en la que abundan los indicios de impotencia, resignación, complicidad y estupidez. Las conexiones maliciosas agrupan a las actividades financieras, actitudes ideológicas, canales informativos y cualquier estructura empoderada. El caso es que intuimos también donde radica el germen de las posibles soluciones…, sin tomarlo en consideración.
Lo podemos resumir con unos modestos aires poéticos, porque la evidencia del magnífico fondo vital sobrevuela sobre el encadenado de las palabras distribuidas en este:
MANANTIAL DECISIVO
Los ojos enseñan Y los oídos captan Desde las alboradas Hasta caer rendidos.
Resoplan las inquietudes: Enigmas crecientes, Imperiosas necesidades, Carencias propias Y desdenes ajenos.
Con excesivos padecimientos Cubriendo la faz del mundo: Muchedumbres abandonadas, Heridos por el hambre, Destrozos humanos y Sentimientos abatidos.
Entre una ceguera escandalosa De agresiones malévolas. Degradación de los conceptos, Sordera manifiesta Y pasividad lacerante.
De ahí Nace el descubrimiento Del manantial insólito, Que todos atisbamos, Sin poder mantenerlo.
Es una esencia patente, Despreciada sin tino, Conocida por todos Y relegada a los confines.
Le podemos preguntar a cualquiera si tiene alguna idea sobre las características requeridas para que ese manantial sea capaz de enderezar los rumbos tan insatisfactorios que padecemos. Las respuestas suelen apuntar a una claridad de ideas sorprendente, concuerdan con la difusión de ese manantial, presente dentro de cada persona y con las principales directrices de sus enseñanzas. El hecho de que no se tenga en cuenta no es cuestión de ignorancia, es un componente INTRÍNSECO de la persona y todos lo perciben en su interior. La invitación a la bondad, franqueza, respeto y solidaridad, es patente junto a otras sugerencias beneficiosas. Que predominen las tramas diabólicas es otra cuestión.
Es muy común eso de topar con la necesidad de un buen DISCERNIMIENTO, sobre esto no hay dudas. Pero al mismo tiempo es abrumadora la observación de como se desparraman las intenciones sin tener en cuenta los filtros mínimamente racionales. Se trata de una debilidad introducida hasta el tuétano de las personas. Ante todo eso, las explicaciones son insuficientes y la contumacia de los desmanes se configura como un reto perenne que no logramos afrontar con dignidad.
Circulamos por una cresta plagada de precipicios acechantes y cerrar los ojos solo acentúa los peligros. Las parcelas dependientes de la decisión humana nos cargan a todos de una RESPONSABILIDAD pocas veces atendida; es la expresión de una incoherencia muy generalizada y de graves consecuencias. El posible revulsivo esta en nuestras manos, depende de los protagonistas.
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