La sociedad, tal y como la conocemos hoy en día, nada tiene que ver con épocas anteriores, y eso es porque se encuentra en constante evolución. Las personas que formamos dicha sociedad también lo estamos ya que nuestras relaciones con los demás no son estáticas, sino que están en permanente cambio con diversas modificaciones según nuestras acciones.
Somos seres sociales y eso hace que tengamos la necesidad de relacionarnos con los demás. Muchas de esas relaciones serán superficiales pero otras, supondrán los pilares de nuestro día a día. Surgirán personas con las que formaremos lazos más intensos y que actuarán como base y que, además de eso, se convertirán en algo más profundo, en algo que tradicionalmente, llamaremos “pareja”. Y es que, sin querer, empezaremos a vivir con esa otra persona, momentos y situaciones que quedarán para el recuerdo. Sentiremos la necesidad de estar cerca porque esa otra parte, nos calmará y nos dará paz. Estaremos experimentando aquello, comúnmente, conocido como “amor”. Una palabra y un sentimiento que puede dar, a veces, vértigo. Y pudiera suceder que ese amor sea real o, a veces, interesado, pero de una forma u otra, es un momento de unión en la que dos almas están de acuerdo en caminar por el mismo sendero de la vida.
El estar en pareja supone experimentar sentimientos y emociones, que de otra manera, no podríamos entender porque las relaciones a pesar de ser complejas están formadas por la decisión de querer estar con alguien y confirmar que esa unión supera con creces los beneficios que estando soltero.
Y a pesar de que, actualmente, el término “abierto” está muy de moda entre determinada parte de la sociedad, existe todavía otra, que aboga por la monogamia con respecto a estos temas. Es cierto que pudiera ser que en algunas épocas y sobre todo, cuando va pasando el tiempo, las relaciones de pareja pierden intensidad pero no se trata de la falta de interés sino de que todos avanzamos. Cada acto que realicemos tendrá consecuencias y esto también se verá reflejado en la dirección que van tomando estas conexiones sentimentales.
Y el tiempo pasará y no seremos conscientes de ello, hasta que llegue un día en el que hayan transcurrido varios años y después de formar un proyecto de vida con alguien a nuestro lado, esa persona tome la decisión de acabar y cortar por lo sano. Nos sentiremos abatidos y sobre todo, pensaremos en la cantidad de años que hemos compartido a su lado y lo que hemos construido. Pero eso dará igual porque cuando una de las partes, tiene las cosas muy claras, de nada vale intentar cambiar dicha decisión. Y es, en ese momento, cuando pensaremos que no podremos volver a estar con nadie más porque la mochila de amor y de recuerdos que llevamos a la espalda, parecen pesar demasiado como para pararse a observar otras perspectivas.
Podremos incluso creer que carecemos de valor sin nadie a nuestro lado y que las cosas no tienen ningún sentido porque nuestra historia de vida se ha caído por completo y de ser una realidad presente se ha convertido en un tiempo pasado. Costará reponerse, incluso para la parte que ha tomado la decisión de abandonar todo lo que ya estaba formado. Será duro para ambos, pero siempre lo es más para el dejado. No se trata de poner en una balanza el peso de sufrimiento de cada uno, sino de reponerse a pesar de las adversidades.
Se trata de entender que la vida ha cambiado y que se puede seguir sin esa pareja, que serán momentos difíciles en los que todo se verá negro pero a pesar de eso, debemos pensar que si anteriormente hemos existido sin la presencia de dicha persona, ahora también podremos seguir. Aunque más bien, lo que echaremos de menos serán las sensaciones que teníamos y lo que experimentábamos. Y lo curioso, es que el tiempo pasará y a pesar, de que neguemos una y otra vez, que no podremos estar con nadie, llegará un día en el que tendremos que callarnos nuestras propias palabras. Porque la vida avanza y no se para y es entonces, cuando sin querer, tropezaremos con alguien que nos devuelva parte de esa ilusión, que nos haga sentir de nuevo aquellas impresiones del pasado. Y podrá suceder que uno no exprese tanto ese amor por cautela o por miedo al sufrimiento porque ya contamos con cicatrices en el corazón, pero aún así, seremos conscientes de que todo se puede superar y sobre todo, que siempre se puede volver a encontrar a alguien que nos devuelva la esperanza y nos haga reconocer que nos equivocamos en nuestro pensamiento del pasado. Lo importante no es buscar a otro desesperadamente, sino curarse y aprender, de nuevo, a quererse para, después, poder formar algo que no tiene por qué ser similar a lo anterior. Hay que intentar no caer en los mismos errores que produjeron esa brecha imposible de sellar y que llevaron a la ruptura ya que la experiencia no sólo es válida en el mundo laboral sino también en los capítulos amorosos de nuestra vida.
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