El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos. En esto de los umbrales influyen condiciones insospechadas en un funcionamiento heterogéneo. Cada persona, cada circunstancia, establece un mundo aparte en sus actuaciones. Por lo tanto, nos movemos en esa INESTABILIDAD, que impide de raíz las fijaciones incongruentes y nos enfrenta a la decisiva apertura orientada a los horizontes con sus posibilidades.
Las sorpresas van a competir con las premoniciones en dicho panorama inestable. Nos afectarán los eventos sobrevenidos o permaneceremos indolentes ante sus evoluciones; pero, de alguna manera, la ligazón entre los sucesos y las personas se mantiene con influencias más o menos manifiestas. Aunque solemos tratar por separado cuanto acontece, los hechos, las personas en general y el individuo concreto de cada caso; formamos un conjunto insoslayable, no siempre considerado como tal. El grado de IMPLICACIÓN de cada elemento interviniente también será distinto, se adapta a la naturaleza de sus características constituyentes, clima, minerales, personas, animales, vegetales, en cualquiera de sus versiones.
Siempre apreciamos retazos de la realidad, incompleta y sometida a los influjos mencionados. Si permanecen subyacentes o de flagrante manifestación actual, sus repercusiones se cuelan en el conjunto heterogéneo de conexiones múltiples. Veamos desde los HAIKUS algunos destellos ilustrativos:
Alegres voces Y gestos imperiosos. Sacan de quicio.
No sé si por falta de fundamento o sea por simple evolución social, se han extendido los gestos grandilocuentes. Se multiplican las emisiones de eufóricas expresiones rotundas. De tal manera, la intensidad y la proliferación imperan ufanas en contraposición a unos comportamientos más templados. Los esquemas frágiles del ciudadano se sienten VIOLENTADOS en sus estructuras, en una actualidad impertérrita; que sigue su curso sin demasiadas consideraciones.
Muchos objetos Tirados en el jardín. Hierba sufriente.
La simple mirada de un paseante tranquilo sirve de testigo fiel. El jardín no es tratado con la debida URBANIDAD. A los pisoteos siguen los desperdicios arrojados al desgaire, incluidos los excrementos de animales, cuyos dueños no recogen en un alarde de postureo y desfachatez. Son algunas de las actitudes que desdicen de una ciudadanía medianamente cabal con ínfulas, pero desbarajustada. De difícil encaje si se piensa en los niños sobre la hierba, en el personal de la limpieza y el aseo en general.
Las emociones Buscan sus horizontes. Desbordamiento.
La fragmentación nos sacude con esa potencia que dificulta la mínima integración de la persona como ente complejo, pero dotado de inteligencia y razonamientos. Si cada POLARIZACIÓN extiende su ejercicio sin limitaciones, la destrucción del ente será lógica. La vehemencia de las emociones no se caracteriza por su moderación, se beneficiará de los efectos reguladores en favor de la solidaridad con las demás personas y con el resto de las cualidades personales.
Largos recuerdos De avatares pasados, Sacudimientos.
El repaso de los acontecimientos previos puede servirnos de experiencia salutífera, si las intenciones a la hora del repaso son salutíferas. Por el contrario, si nos retrotraemos en exclusiva a la reproducción de las sacudidas previas, sólo se auguran reacciones crispantes y desintegradoras. Cuando la contemplación del pasado se centra en la competencia de los recuerdos SECTARIOS para convertirlos en asentamientos radicales, se descalabran los proyectos comunitarios.
Las ventoleras Nos sacuden la mente. La luz resiste.
Por falta de realidades estremecedoras no será, la congoja la hemos ratificado como uno de los estados naturales. Nos abruma con estímulos incesantes de carácter insatisfactorio, llega a saturarnos. Si algo viene a descubrirnos, es el valor relativo de las informaciones desde el exterior; capciosos, si no disponemos de la buena luz dentro de casa, en la cueva. Las estrategias foráneas tendenciosas desvirtúan las percepciones personales y el foco principal está en los ADENTROS.
El hielo crece Formando icebergs. El agua fluye.
El regato de agua es muy ilustrativo, no necesita mediciones de la temperatura para impartir sus enseñanzas. Conocidas las solidificaciones producidas por los grandes fríos, nos interesa más bien la contrapartida, la necesidad del calor para mantener la fluidez de los elementos vitales. Con frecuencia nos aturdimos ante estructuras frías, cuyo vitalismo sólo es recuperable a base de la CALIDEZ aportada por las diferentes actuaciones. Es una evidencia no siempre tenida en cuenta.
El alma mustia Y el lamento en penumbra. El ave canta.
Da igual el tipo de ave, quizá el tordo del poeta sea el más indicado para lanzar al viento su cántico de ADVERTENCIA. Ante el amustiamiento acomodaticio que nada resuelve, viene de perlas el revulsivo de dicha advertencia. Aunque conocemos el riesgo de hacer poco caso también a esos sonidos. La contumacia suele arrastrarnos por senderos poco recomendables, en un alarde de sordera y ceguera un tanto estúpido.
Finalizo con esa insinuación cósmica de los espacios abiertos; a través de los abismos misteriosos, nos permite la ESPERANZA, cuántica, pero radical:
Materia oscura Y espíritus complejos. Axiones libres.
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