Un año después del estallido de los combates, Sudán se enfrenta a una de las crisis humanitarias más graves de todo el mundo: 24 millones de personas tienen necesidad de asistencia humanitaria. Tras estas cifras también se oculta la mayor crisis de desplazamiento del mundo, con más de 8 millones de personas desplazadas internamente en Sudán o que buscan refugio en países vecinos desde el inicio del conflicto, el 15 de abril del pasado año.
Casi 18 millones de personas o, lo que es lo mismo, 1 de cada 3 sudaneses, se enfrentan a niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda. De ellos, casi 5 millones se encuentran en situación de emergencia, a un paso del nivel más elevado de inseguridad alimentaria.
Sin una acción urgente y financiación adecuada, más de 200 000 niños, niñas, mujeres embarazadas y madres primerizas podrían perder la vida a causa del hambre en los próximos meses. Ya son 2,9 millones los niños y las niñas que se encuentran en situación de desnutrición aguda y de ellos, 700 000 menores de cinco años padecen desnutrición aguda grave, la forma más peligrosa y mortal de hambre extrema.
El conflicto en Sudán es también un conflicto de género. Las mujeres y las niñas se enfrentan a un mayor riesgo de violencia de género, incluida la violencia sexual, al sufrir violencia o acoso cuando intentan acceder a mercados, campos, oportunidades de subsistencia y lugares de distribución de ayuda humanitaria. La creciente crisis de hambre y desplazamiento hace que las mujeres recurran al sexo de supervivencia para conseguir alimentos y que aumenten las tasas de matrimonios precoces y forzados.
Acción contra el Hambre, presente en Sudán desde 2018, lleva intensificando sus esfuerzos desde el inicio del conflicto para abordar esta crisis humanitaria sin precedentes. Operando en Nilo Blanco, Nilo Azul, Kordofán del Sur y Darfur Central, en nivel altos de inseguridad alimentaria, hemos apoyado a casi 500 000 personas durante el pasado año. Frente a unas condiciones de seguridad extremadamente difíciles, nuestros equipos trabajan sin descanso para proporcionar alimentos, agua, servicios de saneamiento e higiene a la población de Sudán, así como protección, especialmente a mujeres y niñas.
Las organizaciones humanitarias como la nuestra tienen cada vez más dificultades para llegar a la población necesitada. Impedir que llegue suficiente ayuda alimentaria a la población y atacar las infraestructuras de producción y distribución de alimentos y los medios para su transporte constituyen una violación directa de la Resolución 2417 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta resolución se aprobó por unanimidad en 2018 para condenar el uso del hambre y la inanición como arma de guerra.
Instamos a todas las partes en conflicto a que tomen medidas inmediatas para evitar la escalada de la crisis de hambre en Sudán. Esto incluye no atacar, saquear o dañar incidentalmente lugares o infraestructuras vitales para los sistemas alimentarios, como mercados, tierras utilizadas para la agricultura o la ganadería, o instalaciones de almacenamiento de alimentos como silos o almacenes.
También apelamos a la comunidad internacional y a los actores humanitarios a proporcionar ayuda urgente y la financiación necesaria. La situación es crítica y demanda una respuesta inmediata.
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