Dos sencillos productos de la Tierra,
como el buen vino y la harina de trigo, se convierten en celestial Amigo que en el Sagrario, por Amor se encierra.
Y desde allí con caridad se aferra, a mostrarse como el mejor amigo, para librarnos de nuestro enemigo que no busca la paz, si no la guerra.
Gran sustento para almas generosas, que frecuentan tan celestial manjar para alcanzar el prometido Cielo.
Y apoyo fiel a las que están dudosas, para enseñarles cómo caminar en busca de la Luz y del Consuelo.
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