A quienes estamos convencidos de la iniquidad intrínseca de Sánchez, no nos va a confundir la supuesta “carta de amor” de este cateto personaje, a su Begoña amada, redactada de su “puño y letra” (con sus tradicionales errores y faltas gramaticales) y exceso de egolatría, con el exclusivo fin de: A. ablandar los corazones de sus beneficiarios seguidores temerosos de que se les acabe el “chollo” y B. para advertir a fiscales, jueces y demás personas que no estén dispuestos a seguirle la corriente en su deriva antidemocrática.
Él hará lo que quiera o le dejen hacer quienes le dan las órdenes. Lo que si está claro es su rictus torcido de los últimos tiempos denota que se encuentra incómodo, muy incómodo. Hablando de rictus, qué diferencia con el que lució en octubre de 2019 cuando dirigió la exhumación de los restos de Franco. Por cierto incumpliendo todo lo que había prometido a la familia de que no habría espectáculo (que lo hubo; y de “altura”) y no permitiendo que fuera enterrado en La Almudena donde están los restos de su esposa.
Recuerdo aquella sonrisa tan burlona como despreciable que calificaba su indigencia moral. Y la frase que dijo, creyéndose el dueño de la vida y la muerte: “hoy España cumple consigo misma” Ese es el verdadero Sánchez. Él se quiere a sí mismo; a nadie más. Y, el que está dispuesto a romper España. Pero haciendo muecas y sonrisitas cuando la oposición toma la palabra. Y que sus esbirros le copian vergonzosamente. Aunque no todo va a estar siempre a su favor: su diabólico rictus (que ya lo delata sin remedio) puede que muy pronto alcance su grado sumo.
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