2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008: siete años que no nos deja la lluvia, siete años llevándolo y es mucho tiempo en que no comprendo la razón. ¿Cuándo acabará ésto?, tendré paciencia. Lulita, hijita, coge el paraguas, soy la de la sombrilla en que descansas, la de las sábanas blancas, la que consigue el amor cuando la lluvia le cae encima de manera despiadada. No soy sabia ni seré abuela pero sigo siendo yo.
Y ya en 2022, sigue la lluvia y es normal, en otoño e invierno caen gotas siendo inevitable. No es noticia, es la planificación de Dios. Llueve y que llueva, no hay solución. Lo extraño fue el granizo en verano, eso sí que hay que mencionarlo o el calor desproporcionado en los meses de esa estación.
Hay que seguir la corriente a Dios, así como a relaciones que se presentan, son pedacitos de vida, cachos de mis cuentos tristes y alegres, que ustedes leen sin más o leen criticando. Todo fluye y Dios está en todo. Que Dios nos bendiga cuando caemos en el lodo sacudiendo las piernas por no querer caer y sin embargo sin poder ni querer comprender si lo mejor es salir.
Y si llueve, pues que llueva. La lluvia es cosa del cielo, la lluvia es maravillosa, llueve y mejor se respira, se duerme y hay relajación. Así que, bienvenida.
Dedicado a los gatos, almas de Dios: Lukas, Pompona y Simón.
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