El 21 de mayo de 1934, se debatía en la cámara de representantes de Estados Unidos un proyecto de resolución para prohibir la venta de armas norteamericanas al Paraguay, a pedido del presidente Franklin Delano Roosevelt.
Días antes, la Reunión del Consejo de la Liga de las Naciones aprobó el Informe de la Comisión del Chaco y sus propuestas.
Por iniciativa del delegado de Gran Bretaña el Consejo recomendó prohibir las ventas de armas a las partes beligerantes y encomendó al Comité de los Tres a preguntar a los Estados miembros de la organización sobre su disposición de imponer esta medida.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos fue ampliamente informado sobre la discusión de este problema en el Consejo de la Liga y el Presidente Roosevelt, consideró esas medidas al tomar la decisión sobre el embargo.
La propuesta del embargo del representante de Gran Bretaña en el Consejo fue planteada el mismo día que el proyecto de resolución similar en el Congreso norteamericano, 18 de mayo.
Al recibir la aprobación de ambas cámaras, Roosevelt, el 28 de mayo, prohibió la venta de armas y equipos bélicos a Bolivia y Paraguay.
Apenas 48 horas más tarde, el Senador Long iniciaba una serie de acusaciones a empresas que financiaban la guerra, marcando el inicio de un renovado interés norteamericano por el conflicto.
El interés norteamericano por pacificar el Chaco parecía sincronizarse con las derrotas o victorias militares en la guerra, desde que empezó la guerra.
El 27 de septiembre de 1932 , al inicio de la guerra del Chaco, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, y la Liga de las Naciones, publicaron una declaración conjunta de apoyo de los esfuerzos de paz que realizaban los mediadores en Washington.
La Liga de las Naciones estableció contactos confidenciales, mientras se iniciaban los combates en Boquerón con los diplomáticos norteamericanos en Ginebra, a pesar de que Estados Unidos no integraba la Sociedad.
Aunque un presidente norteamericano había inspirado la Sociedad de Naciones, el Congreso de Estados Unidos rechazó el ingreso de su país a la organización.
Pronto se recibió en Ginebra información oficial de los «neutrales» de Washington sobre sus actividades, que fue solicitada por sus autoridades a la diplomacia norteamericana.
Hablando con el cónsul de los Estados Unidos en Ginebra, el Secretario General de La Liga de Naciones, el conde escocés Eric Drummond logró convencerlo de que Ginebra se limitaría a cooperar con los Neutrales de Washington. Argumentó que la información regular sobre la actividad de los «neutrales» de Washington daría a la Sociedad de Naciones la posibilidad de limitar sus acciones.
El intercambio de cartas entre Ginebra y Washington se inició exactamente al día siguiente de la derrota boliviana de Boquerón. La comunicación fue interrumpida por «los neutrales» de Washington unilateralmente, después del cese de las conversaciones boliviano-paraguayas a finales de diciembre de 1932.
Luego de otra importante derrota de Bolivia en la segunda batalla librada en Nanawa, en julio de 1933, Washington decidió entregar el problema a Ginebra, aunque en cartas internas el departamento de estado estaba en conocimiento que la Sociedad de las Naciones inexorablemente fracasaría.
Estados Unidos volverá a tomar cartas en el asunto un año más tarde, luego de una seguidilla de terribles pérdidas humanas y derrotas militares bolivianas, cuando los paraguayos habían alcanzado la línea petrolífera de Carandayty.
Cuando al fin termine la guerra, se descubrirá que lo único que interesaba eran los 38 mil kilómetros cuadrados de territorio petrolífero en poder de los paraguayos, debían quedar en el lugar que indican los títulos de propiedad que no reconocen soberanía a las napas freáticas.
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