Después de la Segunda Guerra Mundial, con la trágica experiencia del Holocausto judío, la comunidad internacional tomó la decisión de restituir al pueblo hebreo un Estado propio. Este proceso culminó con la creación del Estado de Israel en 1948, un hecho que no fue aceptado por la mayoría de los Estados árabes circundantes. Antes de este acontecimiento histórico, en la región que ahora conocemos como Israel y Palestina, convivían aproximadamente 650,000 judíos y 150,000 árabes.
En los últimos 70 años, hemos sido testigos de un crecimiento exponencial de la población musulmana en esta región. Hoy en día, se estima que la población musulmana asciende a unos 5,200,000 individuos. Es importante destacar que este incremento demográfico no se debe únicamente a la natalidad, sino también a la inmigración. Gran parte de estos nuevos habitantes son árabes que han emigrado atraídos por las ventajas económicas que ofrece la región, tanto de manera directa como indirecta, al establecerse en estas tierras.
Además de los 5,200,000 musulmanes, hay aproximadamente 1,800,000 árabes con ciudadanía israelí que viven en paz dentro de Israel. Estos árabes no se consideran palestinos en el sentido estricto, sino ciudadanos israelíes que, a pesar de las complejidades políticas, han logrado integrarse en la sociedad israelí.
No se puede ignorar el impacto que estos cambios demográficos han tenido en la población cristiana de la región. Los cristianos han sido víctimas de persecuciones tanto por parte de ciertos sectores judíos como de extremistas musulmanes. Esta situación ha llevado a una considerable diáspora cristiana palestina. Un ejemplo notable es Chile, que ha recibido a aproximadamente 400,000 palestinos, la mayoría de ellos cristianos. Arabia Saudita ha acogido a unos 500,000 palestinos, mientras que la actual Jordania ha recibido a otros 700,000.
El fenómeno del crecimiento poblacional árabe no se limita únicamente a Palestina. A principios del siglo XX, Jordania tenía una población de apenas 60,000 beduinos. Este número ha aumentado significativamente con el paso del tiempo debido a la inmigración y a la alta tasa de natalidad en la región.
Este crecimiento demográfico es impresionante cuando se compara con otras regiones del mundo. Mientras que muchas ciudades europeas han visto su población duplicarse en el último siglo, la población árabe en Palestina se ha multiplicado por nueve. Este aumento extraordinario refleja no solo los cambios demográficos, sino también las dinámicas políticas y económicas que han moldeado el Oriente Medio en las últimas décadas.
La demografía en Palestina es un tema complejo y multifacético, influenciado por una combinación de factores históricos, políticos, económicos y sociales. La evolución de la población en esta región seguirá siendo un punto crucial en el entendimiento de los conflictos y desarrollos futuros en el Medio Oriente.
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