Hace 34 junios se dio el primer balotaje de nuestra historia, el cual lo ganó Fujimori. El último que tuvimos lo venció su Némesis. Por un increíble enroque político, el primero salió de Barbadillo, mientras que allí ha acabado Castillo.
A Fujimori se le ha comprobado y sentenciado por crímenes de lesa humanidad y corrupción. Pese a ello, a él se le ha liberado. En cambio, a Castillo (a quien no se le ha comprobado ninguno de esos delitos) aún lo tienen encarcelado.
El extirano se ha inscrito en Fuerza Popular, a la cual siempre impulsó. Su abogado acepta que él podría competir como candidato (incluso presidencial).
Hace meses, Fujimori se autoproclamaba como moribundo con cáncer terminal. Hoy, él se presenta como una persona que anda y camina muy bien, que tiene sus redes sociales y que saca un libro. Además, se ha presentado como el gran garante que va a lograr que Dina dure hasta el 2026, fecha en la cual él viene moviendo sus hilos para volver a postular.
En 2026-31 Fujimori va a tener entre 88 y 93 años, una edad muy alta para ser presidente, máxime cuando su figura genera tantos odios internos e internacionales. Si bien va a querer aparecer como el hombre capaz de poner orden contra el crimen y el caos, pero la población sabe que su movimiento es culpable de varias vacancias presidenciales, de la inestabilidad política y de haber creado congresos muy corruptos.
En la primera vuelta pasada, el fujimorismo sacó menos de 2 millones sobre más de 25 millones de electores. Pese a esa baja cifra, Keiko cuadriplicó su votación en la segunda ronda al querer polarizar al país entre ella y "comunistas", con los cuales ella hoy cogobierna.
Parecería imposible que la familia Fujimori vuelva al poder. Esta, además, tiene otros rivales en la ultraderecha, como el alcalde de Lima, que se siente presidenciable.
Empero, el Estado, el congreso y el TC se encuentran muy fujimorizados. Tras que se ha interpuesto una demanda ante la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad contra Dina, es posible que se quiere hacer lo mismo contra Fujimori y Montesinos. Castillo seguirá preso, pero su martirio será la base para que en un futuro quiera ser un Lula.
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