El 24 de junio de 1934 la agencia United Press adelantaba que la compañía Standard Oil, de Nueva Jersey, presentaría un escrito refutando las acusaciones del senador Long, negando que dicha empresa había fomentado la guerra del Chaco.
El Senador Long, como muchos, consideraba sospechosa la forma repentina en que dos países sin recursos, habían entrado en una guerra a pesar de su insolvencia.
Los representantes de empresas involucradas habían aceptado su papel de gestores, en los créditos usados por Bolivia en su compra de armamentos, ante el senador David Clark.
También anunció que un representante de la misma comparecerá ante la comisión, presidida por el senador de Dakota Gerald Nye, que estaba estudiando en el Congreso de los Estados Unidos, el tema de los armamentos para exponer los hechos.
Gerald Nye dirigía en 1934 una investigación sobre la industria de municiones, desde el llamado Comité Especial de Investigación de la industria de municiones. También se investigaba desde ese Comité, la especulación en la industria bancaria relacionada con el tráfico de armas.
La agencia United Press también adelantaba que dicho representante negaría ante la comisión que la compañía hubiera financiado a ninguno de los países beligerantes.
A pesar de los desmentidos, los intereses norteamericanos estuvieron omnipresentes durante toda la guerra, e incluso hasta el final de las tratativas de límites, en julio de 1938.
También un 24 de junio, pero de 1938, Braden informa al departamento de estado desde Buenos Aires sobre problemas en la Conferencia de Paz, derivadas de la intransigencia paraguaya.
Debido a este problema, dice Braden, a sugerencia del Ministro de Relaciones Exteriores argentino la Conferencia decidió:
1- Informar a los paraguayos en la sesión de mañana que su propuesta es totalmente inaceptable y ni siquiera será presentada a los bolivianos, aunque se harán esfuerzos en inducir a estos últimos a ceder el río y mejorar línea de conferencia en el oeste y el norte.
2- Se establece un plazo de 2 a 8 días para negociar concesiones máximas de Bolivia.
3- cumplido este lapso, se presentará una oferta final dejando claro a los paraguayos que no son posibles más concesiones y, si rechazan la oferta, las negociaciones directas se declararán terminadas.
Braden expresa en su comunicación ‘temor de que la peculiar psicología paraguaya nunca nos creyera cuando decíamos haber dicho nuestra última palabra; cuando ofrecimos cinco siempre pedían seis, por lo tanto, para obtener cinco debemos ofrecer cuatro o menos”.
Dos semanas más tarde, un tratado secreto permitirá al delegado norteamericano preservar para su empresa, por intermedio de Bolivia, más de treinta mil kilómetros cuadrados de territorio petrolífero en poder del ejército paraguayo.
Paraguay había ganado militarmente una guerra perdida antes de empezar.
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