Hoy me encontrado a un hombre respetable, exhibiendo horrorosas pantorrillas, a juego con impúdicas canillas, que le dan un aspecto lamentable.
Pero no acaba ahí lo reseñable, pues lleva unas calzonas con celdillas, y unas sandalias rotas, sin hebillas, que distan mucho de lo razonable.
Y es que resulta muy desconcertante, que unas modas de escasos referentes emprendan un camino tan errante.
Que suponga, que un hombre interesante, adopte complacido las vertientes de un atuendo, en verdad, horripilante.
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