La búsqueda de la felicidad es una constante en la vida humana. Osho, un renombrado pensador y guía espiritual, presenta una perspectiva única y profunda sobre este tema en su obra. En el prólogo de su libro “Alegría: la felicidad que surge del interior”, Osho explora las percepciones de la felicidad y la infelicidad, y cómo la sociedad influye en nuestra capacidad de ser felices. A través de anécdotas y reflexiones, Osho nos invita a reconsiderar nuestras prioridades y a encontrar un camino hacia la auténtica felicidad.
La percepción de la felicidad
Osho comienza con una anécdota sobre un paciente que se considera feliz, pero cuya felicidad es puesta en duda por su entorno. Este relato pone de manifiesto una verdad incómoda: la sociedad tiende a aceptar la infelicidad como algo natural y a sospechar de la felicidad. Esta perspectiva está profundamente arraigada en la experiencia humana y refleja un escepticismo cultural hacia la posibilidad de ser verdaderamente feliz.
Sigmund Freud, uno de los pioneros de la psicología, concluyó tras años de estudio que la felicidad es una ilusión. Según él, los humanos sólo pueden aspirar a reducir su infelicidad, pero no alcanzar la felicidad plena. Esta visión pesimista parece confirmar la realidad cotidiana de muchas personas, que luchan constantemente contra la infelicidad.
La libertad de elegir
Osho, sin embargo, ofrece una visión alternativa y esperanzadora. Argumenta que la felicidad es posible porque los humanos poseen consciencia, una cualidad que no tienen las aves, los árboles o las estrellas. Esta consciencia nos brinda la libertad de elegir entre la felicidad y la infelicidad. Aunque esta libertad es peligrosa y conlleva responsabilidad, también es una oportunidad única para alcanzar una felicidad consciente y auténtica.
Los seres humanos, a diferencia de los animales y las plantas, pueden ser enormemente felices o profundamente infelices, y esta capacidad de elección es lo que nos define. La felicidad de los animales y las plantas es inconsciente y natural; no tienen otra opción. En contraste, nuestra felicidad requiere una decisión consciente y un esfuerzo deliberado.
La meditación y la felicidad
Osho critica la idea de que la meditación sea la solución universal para la infelicidad. Según él, la meditación surge naturalmente cuando uno es feliz. La meditación no debería ser una medicina para la infelicidad, sino una consecuencia de una vida plena y feliz. La proliferación de religiones y prácticas espirituales es, en su opinión, un síntoma de la infelicidad generalizada. Las personas felices no necesitan templos ni iglesias; para ellas, el universo entero es un templo y la existencia misma es una experiencia religiosa.
La importancia de la pasión y la vocación
Una parte crucial del mensaje de Osho es la importancia de seguir nuestra verdadera pasión y vocación. Relata cómo muchas personas viven vidas insatisfechas porque no están alineadas con sus verdaderas inclinaciones. Alguien que podría haber sido un bailarín excepcional puede terminar trabajando en una oficina, sacrificando su felicidad por seguridad económica. Esta desconexión entre nuestras pasiones y nuestras ocupaciones es una fuente significativa de infelicidad.
Para ser verdaderamente feliz, uno debe encontrar y seguir su vocación, sin importar las expectativas sociales o las presiones externas. La felicidad auténtica surge cuando uno vive en armonía con su naturaleza intrínseca y persigue aquello que realmente le apasiona.
Conclusión
El prólogo de Osho nos desafía a reevaluar nuestras creencias sobre la felicidad y la infelicidad. Nos invita a tomar el control de nuestras vidas, a elegir conscientemente la felicidad y a vivir de acuerdo con nuestras pasiones y vocaciones. La libertad de elección que nos brinda nuestra consciencia es tanto una responsabilidad como una oportunidad para alcanzar una felicidad más profunda y auténtica.
En última instancia, la felicidad no es un objetivo distante o una fantasía inalcanzable, sino una elección que podemos hacer cada día. Al tomar decisiones que reflejen nuestra verdadera naturaleza y alinear nuestras vidas con nuestras pasiones, podemos experimentar una alegría y una satisfacción que trascienden las limitaciones impuestas por la sociedad. La meditación y la espiritualidad, en este contexto, no son fines en sí mismos, sino expresiones naturales de una vida bien vivida y plena.
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