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Romance de los embaucadores

Historia del sindicalismo
Gabriel Muñoz Cascos
lunes, 22 de julio de 2024, 10:41 h (CET)

Mira, mira, ya se anuncia el tropel embaucador,

afirmando que caminan, por trayecto agotador,

cuando la verdad desnuda, es que viajan a motor

y a la entrada de los pueblos montan la simulación.


Están gordos como nutrias, la tez del mejor color,

debe ser porque en el PER les tratan de lo mejor.


Les capitanea Gordillo, el alcalde transgresor,

con pinta de delincuente y aires de dictador,

al que sigue Cañamero que es un mero lamedor,

de las sucias excreciones de tan burdo timador.


Visten ridículas ropas, como haría un mal actor,

para aparentar que tienen, oficio de segador;

pero la verdad del cuento, refiriéndome a estos dos,

es que son meros cuentistas, hijos de la subversión,

que usan la simbología, del motín y la traición.


Las bufandas palestinas y la enseña tricolor

son el norte de sus vidas y no la Constitución,

pues la aprobaron franquistas como Solé el Profesor,

el sociata Peces-Barba y Rodriguez de Miñon.


Dicen amar la justicia, cuando es a su favor

y arman la marimorena, si no les da la razón.

Que son lo mismo que Ghandi, aseveran sin rubor

y sienten con Luther King, ánimo conciliador.


Alimañas de pancarta, eso mismo es lo que son,

y asaltantes de piscinas, en cueros o en bañador,

ladrones de fuerza bruta y talante engañador.


¡Idos a Cuba, con Castro, a su nido de terror,

y dejad a las mujeres, que atacáis con deshonor,

ejerciendo lo que sois, mamporreros del follón

y gentuza sin principios, reyes de la sinrazón!

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