En determinadas ocasiones, pudiera ser que a pesar de los esfuerzos que hacemos por integrarnos ya no sólo en la sociedad en general, sino en determinados grupos, no encontramos ese nexo de unión que nos haga parecidos a todos esos miembros que forman dichos grupos. A veces podemos pensar que somos nosotros, y otras que son ellos por sus formas diferentes de pensar a las nuestras, pero lo cierto es que siempre existen discrepancias. Y es que es imposible estar de acuerdo con todo lo que otras personas dicen o piensan porque cada uno se ha desarrollado en un contexto que ha generado una serie de valores que se han convertido en los pilares actuales que hacen que nos comportemos de una forma u otra.
Puede suceder que la sociedad nos imponga como pensar, vestirnos, comer y a quien amar pero hay cosas que por mucho que la televisión o las redes sociales se empeñen, es imposible de manipular y esa es la esencia del ser humano. Cada uno de nosotros somos de una forma completamente distinta al resto, lo que ocurre que habrá algunos que se dejen llevar por la mayoría para no sentirse menospreciados pero existirán otros, que por el contrario sigan siendo ellos mismos. Pero al hacer un balance, lo diferente puede ser raro y eso a todo el mundo le asusta demasiado.
Asusta no formar parte de un grupo, no tener el cuerpo deseado, no ser el novio o novia perfecta, no pensar como la mayoría. Da miedo perderse o quizá, encontrarse de verdad. Da pánico saber que uno no se comporta como le gustaría por el único afán de agradar. Y eso hace que la persona día tras día y poco a poco se vaya difuminando entre lo que es y lo que aparenta planteándose qué es lo que falla para no sentirse tal y como debería o tal vez, como se siente el resto del grupo.
Y es que no es malo ser distinto y nadie tiene la obligación de ocupar un puesto determinado en un grupo social ya que dependiendo del tipo de gente y la temática de unión entre ellos, podrá ser más fuerte o débil este vínculo. No es lo mismo que a una persona le guste la lectura y esté contento con otras a las cuales también, que si a esa misma persona la juntas con otras a las cuales les gusta el buceo. Ahí surgirán situaciones de incompatibilidad total. Es un simple ejemplo pero que se puede extrapolar a cualquier momento de la vida actual.
Podemos pensar que no encajamos una y otra vez por las diferentes situaciones que la vida nos ha hecho experimentar pero al final, nos daremos cuenta que quizá no tenga tanto que ver con nosotros como pensábamos sino más bien del tipo de momento que estamos viviendo y que en ese preciso instante nos obliga a ser de un modo concreto.
El hecho de que no encajemos en una etapa de nuestra vida no quiere decir que eso vaya a ser por siempre. Nos podrán mirar mal o quizá, de un modo distinto pero también habrá que preguntarse quiénes son ese tipo de personas que nos juzgan porque todo cambia de perspectiva según el cristal con el que observemos. Las críticas es lo peor y más cruel que surge cuando alguien no encaja y ese es el mayor defecto que los demás pueden emplear. Ser diferente o pensar de otra manera no te hace ser único o raro porque catalogar algo de ese modo también es completamente subjetivo.
Por lo tanto, no se debe cambiar si vemos que no encajamos en determinados contextos sociales sino que lo que se debe hacer es comprobar si estamos en el ambiente adecuado, el cual no puede ser tóxico porque de ser así, la integración sería completamente imposible de no imitar patrones similares. Encajar es dar lo mejor de si mismo, es compartir las interacciones y que éstas sean completamente reales sin engaños o desconfianzas. Es sentirse seguro con otras personas y no medir las palabras porque podremos expresarnos libremente sin represalias de ningún tipo.
Las personas no somos raras lo que ocurre es que tenemos la mala costumbre de poner nombre a todo lo que sucede a nuestro alrededor, y aquello que no nos gusta, porque nos puede perturbar la paz y estabilidad mental, lo consideramos como “raro” porque es más fácil definir así a una persona que ocupar el tiempo en acercarnos a ella y saber por qué es así o que la ocurre. Estamos ante una sociedad que impone y obliga y que, disimuladamente, propone cambiar para ser como el resto, porque si no encajas ya no formas parte del gran conglomerado que forma aquello que llamamos mundo.
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