El 30 de julio de 1932, el diario La Nación de Buenos Aires publica en primera plana que el representante diplomático del Paraguay en Chile, propuso que una comisión presidida por Chile estudiara el conflicto del Chaco.
Chile se encontraba bajo el efímero gobierno provisional de Carlos Davila, partidario de Ibañez del Campo, que sería forzado a renunciar a mediados de septiembre. El litigio por el Chaco en esos días era tratado por la Comisión de Neutrales de Washington, pero el país donde esta conferencia tenía sede atravesaba momentos críticos.
El 29 de julio de 1932, en Washington, en el marco de la Gran Depresión económica que atravesava Estados Unidos, el Gobierno había reprimido brutalmente a veteranos de la Primera Guerra Mundial que reclamaban sus pensiones conocidas como Bonus Army.
El coronel boliviano Enrique Peñaranda había ocupado el 27 de julio el fortín paraguayo Corrales, y el día 28 el fortín Toledo.
El día 31 de julio el teniente coronel Luis Emilio Aguirre ocuparía el fortín paraguayo Boquerón. Ante el ataque boliviano al fortín Boquerón, se produce la movilización de las reservas paraguayas.
La diplomacia paraguaya reclama a la Comisión reunida en Washington, pero esa capital tenía entonces sus propios problemas.
La Comisión de neutrales de Washington se disolvería finalmente por consejo del departamento de estado, motivando críticas del canciller brasileño Afranio Mello Franco, candidato al premio Nobel por su mediación en la guerra entre Perú y Colombia por el caso de Leticia.
El Doctor Mello Franco expresó su profunda decepción por la acción de la Comisión Neutral de Washington al renunciar a la mediación en el Chaco, según el encargado norteamericano en Brasil Walter Thurston.
Mello Franco puntualizó al diplomático norteamericano que no podía comprender la acción de Washington al abandonar el problema en manos de la Liga, y calificó esa acción como un golpe a la Doctrina Monroe.
Al desarrollar este punto, el Doctor Mello Franco afirmó que la Liga de las Naciones no está preparada para tratar problemas como el existente entre Bolivia y Paraguay, y señaló que el envío previsto de una comisión al Chaco con el propósito de determinar los orígenes del conflicto era una medida inútil que implicaría una gran pérdida de tiempo y un continuo derramamiento de sangre. Esa comisión, según el canciller de Brasil, no adoptaría ninguna medida positiva.
El jefe de la diplomacia brasileña afirmó también que dudaba de la sinceridad de los Estados Unidos al dejar la cuestión en manos de la Liga de las Naciones, según documentos del departamento de estado.
Que la presión norteamericana podía ser mucho más efectiva, se comprobó cuando el 19 de diciembre de 1933 se obtuvo un cese del fuego luego de la gran victoria paraguaya de Campo Vía.
El secretario de estado Cordell Hull, que se encontraba en Montevideo, se atribuyó el logro del armisticio ese mismo día, recibiendo felicitaciones desde Washington al día siguiente.
Infelizmente, esta tregua solo sirvió para el rearme de Bolivia, que había perdido casi la mitad de sus fuerzas operativas días antes. Lo mismo puede decirse de las excepciones concedidas por el mismo Hull al año siguiente, favoreciendo a Bolivia después de haber sido promulgada por el presidente Roosevelt una ley que prohibía enviar armas al Chaco.
Todas estas evidencias indican que la neutralidad en la guerra del Chaco, como en tantos otros casos, fue una falacia más entre tantas, lo cual no puede constituir ninguna sorpresa.
Es bien sabido que la primera víctima de una guerra es la verdad. LAW
|