El viernes 6 de septiembre Filmin estrena “Hamlet”, una nueva adaptación de este clásico de Shakespeare en la que el director Sean Mathias reimagina la obra de teatro que el británico Ian McKellen, pareja sentimental de Mathias entre 1978 y 1988, representó en el Theatre Royal Windsor en 2021. Retratando la famosa tragedia a modo de thriller psicológico, la película transgrede los confines del escenario utilizando casi todas las salas del Windsor para transformarlo en el inmortal castillo de Elsinore, desde la mazmorra del sótano hasta la almena de la azotea. La ambición es tal que The Guardian ha dicho de ella que es “la demostración de que la pantalla puede superar al escenario”.
Lo primero que llama la atención de esta interpretación de la tragedia shakespeariana es que el actor elegido para representar al joven personaje de Hamlet, un universitario que vuelve a casa, tenga aquí más de ochenta años. McKellen, además de ser un actor con mucha trayectoria y bagaje, ya se había acercado a “Hamlet” en 1971, con un tour teatral por Reino Unido y Europa, y en 2021, la función que reinventa la película. Pero lo que movió al director a lanzarse a la historia fue la libertad y frescura que la elección del protagonista conllevaba: “Si elegía a McKellen en el papel principal, me daba carta blanca para elegir a cualquiera para cualquier papel. Las chicas podían interpretar a chicos, los jóvenes a los viejos, sin ningún reconocimiento de raza ni credo. Esto significaba que podía tener al fantasma del padre de Hamlet interpretado por una mujer (Francesca Annis), a su madre una mujer dos décadas más joven que McKellen (Jenny Seagrove), y podía elegir a una actriz negra brillante (Emmanuella Cole) para interpretar al hermano de Ofelia, Laertes. Estos son simplemente actores utilizando su oficio para contar una historia”.
McKellen, por su parte, admite haber modificado su forma de dar vida a Hamlet desde su primera vez con treinta, a ahora con más de ochenta: “Cada vez pienso más que actuar no se trata de explicar, sino simplemente de presentar. Presentas al personaje; dices las palabras con claridad. Estás atento a todas sus sutilezas. Y si hay contradicción en un discurso, una escena, un acto, no creo que sea responsabilidad del actor explicar y resolver el problema. [...] El público tiene que trabajar cuando ve una obra maestra como Hamlet y sumergirse en ella. [...] Eso contrasta con lo que intentaba hacer cuando era joven, que era decir: "Yo sabía todas las respuestas" y, por lo tanto, probablemente presentaba una visión bastante parcial de la obra. He descubierto esta idea de no forzar nada en el personaje, sino dejar que el personaje descanse, por así decirlo, en las palabras que pronuncia”. Es así como la iniciativa de Mathias y la experiencia de McKellen dan lugar a una única y original forma de entender “Hamlet” entre las bambalinas del Theatre Royal Windsor.
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